En su computadora portátil, había un correo electrónico esperándola, aunque pensó que escribiría uno primero.
“Querida Emma,
Quería escribirte este correo para agradecerte sinceramente por acompañarme hoy a la librería Privat. Vuestra presencia hizo que esta salida literaria fuera aún más agradable y enriquecedora. Disfruté mucho de nuestras fascinantes conversaciones sobre libros y de los descubrimientos literarios que hiciste para mí. Su conocimiento y entusiasmo son verdaderamente inspiradores. Agradezco tener una amiga tan culta e interesante como tú. Gracias nuevamente por un maravilloso día en Privat Bookstore.
Atentamente,
Guillermo.
Ella estaba leyendo la fórmula final de la carta cuando llegó Hugo. Ella abandonó el teclado para centrarse en su presencia.
– ¡Llegaste sano y salvo! exclamó, dirigiéndose al recién llegado.
- ¿Oh sí? ¿Te gustaría compartir alguno de tus favoritos conmigo?
– ¡Eh...tal vez! ¡Quiero que me digas algo!
-¿Qué otra vez?
– Dime, ¿es posible que una muje