Fideliana, sorprendida, se secó la cara y luego buscó el rostro de su hermana gemela. Ciertamente, el brillo de la linterna no le permitió apuntar bien al rostro de su compañero.
-Está bien, te entiendo. Sólo puedo estar en connivencia contigo, respondió ella.
– Bueno, voy a hacerte una sugerencia.
- Cual ?
– Mañana, muy temprano por la mañana, me gustaría que nos disculpáramos con papá y mamá y les prometiéramos que…
– Ni siquiera intentes terminar la frase. Trague el resto, por favor.
Sorprendida, Fidélia miró directamente a los ojos de su hermana y fingió no reconocerla.
- Qué ? ¿Entonces no quieres cambiar tu estilo de vida a pesar de lo que nos pase en esta vida? ¿No ves cómo nuestros amigos de al lado empiezan a mirarnos cada vez que salimos? ¿Eso no te molesta?
Ante esta pregunta Fideliana no respondió nada.
- En cualquier caso, si no tienes intención de cambiar, no esperes que te siga. Esta es mi última frase.
Con esto, Fidélia se envolvió en su sábana y, ignorando a su herman