Capítulo 111. El aire olía a pan tostado, café recién hecho y ese toque dulce que solo la cafetería de Susana tenía. Ada bajó la vista hacia Halley, que dormia tranquila en el pañuelo que llevaba atado contra su pecho, y una sonrisa suave se le dibujó en el rostro. A pesar de todo lo que estaba pasando, ese lugar seguía oliendo a hogar. Está era la última parada antes de llegar a su destino Ada queria despedirse de sus amigos. De los primeros que la acogieron sin pedir nada a cambio cuando se quedó sola, sin manada, sin rumbo y sin nada. Mientras avanzaba por la calle principal del pueblo, los adoquines le devolvían el eco suave de sus pasos. Cada esquina guardaba un recuerdo en su interior, pero fue al girar hacia la cafetería cuando él pecho se le apretó por la emoción. Recordó claramente el día en que Jack le sirvió aquella sopa humeante sin decir una palabra. Había llegado empapada por la lluvia, con el corazón hecho trizas después de que su padre Henry la hubiera echado de l
Capítulo 112. Y por fin, después de tantos días, lograron divisar su destino. Ni siquiera sabían cómo se llamaba aquel pueblo. Estaba justo en la línea que dividía el Norte del Sur, entre colinas verdes y caminos de tierra roja, con un río de aguas claras cruzando de lado a lado, como si bendijera el lugar con su presencia. Lukyan decía que ese no era territorio de ningún reino. Las primeras semanas fueron una locura. Buscaron un terreno lo bastante amplio como para construir su casa, cerca del bosque y con vistas al río. Sergey y Talía se unieron poco después, igual de ilusionados por la idea de empezar de cero. Los cuatro compartían la emoción de edificar con sus propias manos, de poner la primera piedra, de elegir cada detalle. Ada se encargó del diseño, porque si algo había aprendido en el Sur era a imaginar espacios llenos de luz, acogedores. Lukyan hacía un poco de todo, pero sobre todo cargaba troncos, empujaba carretillas y se pasaba el día con la camisa abierta y la cara ll
Capitulo 113. Helena se encontraba sola y llena de amargura había pasado los últimos meses buscando un nuevo lugar para empezar y no había encontrado nada que se adaptará a ella, a sus expectativas. Ella no había sido educada para aspirar a algo menos de un Alfa. Apenas si le quedaba dinero, cuando fue echada del castillo por Sergey y ese par de soldados no llevaba nada consigo, aunque con algo de astucia había logrado engañar a un par de mal nacidos y quitarles hasta el aire para respirar. Estaba cansada, llevaba el mismo vestido ya varios días, caminó unos pasos más y se detuvo a las puertas de una taberna. Sopesó sus posibilidades, aún era bonita sí que era verdad que había perdido algo de peso en las últimas semanas y no tenía el mismo brillo pero aún así todavía podía despertar el deseo de más de uno. Se adentro la taberna con paso firme y la cabeza bien alta, busco con la mirada algún malnacido al que pudiera engañar. Y allí lo vio, la víctima perfecta para llevar a cabo s
Capítulo 114. Helena había aprendido a base de golpes que el dolor podía enseñarte cosas que la felicidad no. Y ella había encontrado un propósito: vengarse. No solo de Lukyan, sino de todos los que la dejaron atrás sin mirar atrás. Las veces anteriores no lo había conseguido pero estaba segura de que está vez si lograría llevar a cabo su venganza y acabar con Ada de una vez por todas. Al principio, pensó que en Iván encontraría consuelo. Y, de alguna forma retorcida, lo encontró. No había amor, y mucho menos ternura, pero sí una especie de conexión. Él también lo había perdido todo, él también ardía por dentro. Una noche mientras Iván y Helena estaban en la cama, está comenzó a hablar: —Nos parecemos más de lo que crees, le susurró, con la voz ronca por el whisky. Iván no dijo nada. Solo la miró. Como si no supiera que esa mujer que lo besaba con rabia no buscaba amor, sino armas. Y Helena lo sabía. Sabía que ese vínculo no era real, pero era útil. Y por eso se aferró a él. P
Capítulo 115. Habían pasado ya varios meses desde que Ada y Lukyan había logrado establecerse en su nuevo hogar. Después de tanto caos, de tantas heridas y traiciones, al fin habían encontrado un rincón de tierra neutral donde construir algo nuevo. Aquel lugar, rodeado de bosques, se había convertido en su refugio… aunque la palabra “paz” todavía resonaba en sus mentes de manera lejana. Ada y Lukyan se preparaban para una reunión que llevaba semanas gestándose: la última, la definitiva. Iban a firmar el tratado de paz con los dos consejos. Uno venía del Norte, liderado por antiguos aliados de Lukyan; el otro del Sur. —No va a ser fácil —murmuró Ada mientras se ajustaba la capa—. Todavía hay muchos que no nos perdonan. Lukyan la miró por el reflejo del espejo. Se acercó y le tomó la mano con calma, como solía hacer cuando ella estaba preocupada. —Lo sé, no tienes que preocuparte por nada, yo estoy contigo en esto, todo va a salir bien. Ada asintió, no dijo nada, se mantuvo en s
Capítulo 116. Al fin parecía que la vida de Ada y Lukyan recobraba la calma, por primera vez en mucho tiempo Ada era capaz de conciliar el sueño y no despertarse sobresaltada por las pesadillas. Sergey y Talia habían partido con la intención de formalizar su unión frente a la manada Brigh Moon. Por lo que por primera vez en meses Ada y Lukyan se encontraban solos. La tranquilidad era un lujo del que disfrutaban a cada segundo. Pero como todo lo bueno en la vida de Lukyan y Ada era fugaz en cualquier momento esa calma se podía acabar. Iván llevaba varias semanas preparando el ataque que de una vez por todas acabaría con la vida de su hermano y porque no también con la de Ada. El no se mostraría misericordioso como Lukyan, para el no bastaba el perdón, los quería muertos y enterrados. Junto a Helena y a sus nuevos aliados estaba seguro de conseguir llevar a cabo su venganza de una vez por todas con ellos Había sido Neriah, quien había encontrado la ubicación del pequeño pueblo do
Capítulo 117. Liberarlos no había sido fácil. A Neriah aún le temblaban las manos por el esfuerzo. Había dejado su magia al borde del colapso, llevando a su cuerpo hasta su límite. Pero lo logró. Sacó a Iván, Helena y Liam de esa maldita prisión, donde los habían encerrado sin ningún tipo de compasión. Ahora avanzaban por el bosque con pasos tensos. El silencio entre ellos era espeso, apenas si este era roto por el crujido de las hojas húmedas bajo sus botas. Iván iba al frente, con el ceño fruncido y el cuerpo rígido, como si cada rama que pisaba le recordara que no tenía el control de nada. Helena y Liam caminaban detrás, con la mirada baja. Neriah los seguía de cerca, la última del grupo, vigilando cada sombra con el corazón latiendo a mil por hora. El refugio, no era más que una vieja cabaña de madera semienterrada entre unos árboles torcidos, apareció por fin entre la niebla espesa de la mañana. Un lugar olvidado, parte de la antigua manada de Liam y lejos de las miradas curi
Capítulo 118. El silencio dentro de la cabaña era denso, incómodo. Ada estaba sentada al borde de la cama, con Halley entre los brazos. La acunaba con suavidad, como si así pudiera estirar el tiempo un poco más. La bebé dormía, tranquila, sin saber nada de lo que estaba por pasar. Lukyan no decía nada tampoco. Estaba de pie, apoyado en el marco de la ventana, con la mirada fija en el bosque, pero los pensamientos lejos. Muy lejos. —No me mires así —murmuró Ada sin levantar la vista—. Ya lo hablamos, es lo mejor para ella. Lukyan frunció el ceño. Sus labios estaban apretados, como si morderse la rabia sirviera de algo. —Sí. Pero duele lo mismo. Y dolía. Porque aunque las cosas parecían estar bajo control por ahora, sabían que era solo cuestión de días antes de que el Alfa del Este volviera a atacar. La guerra seguía respirándoles en la nuca. Iván estaba fuera de juego, al menos eso les daba cierta tranquilidad. Era muy pequeña. No entendía nada, pero su sola existencia los hacía