Capítulo 4 "De cara a la verdad"

Mi vida se había visto arruinada en un segundo, mientras tenía en frente a un hombre que no terminaba por entender, terminaban por ser piezas que no encajan.

Esto me llevaba a preguntarme si era una simple diversión o si quería ver mi vida hecha añicos, si pretendía arruinar mi matrimonio para que no pudiera quedarme con la empresa y así librar su camino.

—¡Tienes que arreglar esto! —digo furiosa tomándolo por su camisa.

Él se queda mirando mi rostro, sus ojos fijos en mi rostro y me quedo paralizada, sin siquiera poder pasar saliva.

—No puedo hacer eso, no voy a arreglarlo Marcelene, no quiero verte con otro hombre —sentencia con firmeza.

Veo en su rostro la sinceridad, ¿acaso perdió la cordura? Nada de lo que estaba sucediendo tenía sentido.

—No entiendo que es lo que me pasa cada vez que te tengo cerca de mí, pero tampoco puedo comprender que es lo que me pasa cuando estás lejos, no dejo de tenerte en mi cabeza todo el tiempo y eso me resulta tan molesto —confiesa con la confusión evidente reflejada en la mirada.

Me aparté de él, no podía creer en sus palabras, no iba a permitir que se burlara de mí cuando me diera la vuelta, pero algo era seguro, no le dejaría el camino tan fácil hasta que me devolviera mi compromiso y fuera con Torin a explicarle lo que realmente estaba sucediendo.

—¿Crees que vas a arruinar mi vida por completo y que voy a permitirlo mientras me quedo de brazos cruzados? Haré que te arrepientas de esto, estás perjudicándome, harás que mi padre me quite del mando de la empresa —frunzo el ceño ante su sonrisa de lado— Sé que ese es tu maldito objetivo con toda esta mentira de que te intereso, pero no te lo pondré fácil.

No me quedé a escuchar más sus excusas, tenía que solucionarlo, encontrar a Torin para darle una explicación de lo que estaba sucediendo, decirle que al menos yo no tenía nada que ver con lo que ocurría.

Me dispuse a ir a su apartamento, necesitaba verle, al menos saber que se encontraba bien, alguna señal de que no me odiaba, lo que fuera.

Manejé mientras me perdía en mis pensamientos, a tal punto que por poco me pasé del edificio, cuando bajé en el estacionamiento pude ver su automóvil estacionado, lo que al menos me devolvió un poco de paz.

Subí al ascensor y ya cuando estaba subiendo hasta su piso empecé a crear escenarios en mi mente, posibles conversaciones que probablemente se quedarían en eso, porque al final nunca sabemos lo que dirá la otra persona.

Relamí mis labios, estaba a punto de tocar a la puerta cuando escuché carcajadas, eso me hizo pararme en seco, era una voz femenina, pero no lograba distinguir bien que era lo que estaba sucediendo. Torin alguna vez me había enviado el código de seguridad de la puerta de su apartamento, pero nunca había creído necesario utilizarlo, no hasta ese momento.

Busqué mi teléfono con las manos temblorosas, entré a su conversación y busqué el código, no me llevó más que unos segundos encontrarlo.

Claro que no fue hasta que las voces desaparecieron que me dispuse a colocarlo, deseaba en mi interior que no fuera lo que creía, lo que mi mente estaba comenzando a imaginar no era algo bonito.

Coloqué la contraseña, abrí lentamente la puerta, avancé con cautela, ni siquiera quería que supiera que estaba allí, pero cuando llegué a la sala mi presentimiento se confirmó.  La ropa iba cayendo por el suelo, su camisa, su chaqueta, una falda de mujer, una camisa más pequeña, sí, no creo que se estuvieran quitando la ropa para jugar a las escondidas.

—¿Entonces estaremos juntos? —preguntó la voz que provenía desde la habitación.

La respiración se me paralizó, ahora sin la puerta y la distancia de por medio podía reconocer mejor el sonido de aquella voz. Avancé, porque necesitaba verlo, era sumamente importante que aquellas imágenes quedaran grabadas en mi mente, pero no solamente en mi mente.

Puse mi celular a grabar, necesitaba pruebas para que mi padre no me volviera a pedir que estuviera con él, porque no volvería, no quería tener más que ver con Torin. No sabía cuanto tiempo llevaba haciéndome esto, pero está claro que no había ocurrido solamente por lo que había visto con Maxwell, me quedó en claro mientras escuchaba esas palabras.

—Tenemos que mantenerlo de esta manera, no puede saberlo nadie de momento, pero ahora solamente me tienes para ti —salió una risa ronca de sus labios.

Conocía aquella risa mejor que nadie, cómplice, una risa de quererlo todo, porque alguna vez habíamos sido nosotros. 

—No puedo creer que me lo haya puesto tan fácil —comentó ella rebosante de felicidad— Debe ser demasiado idiota para dejar ir a un hombre de tu altura.

—No puedo creer que la muy zorra estuviera guardando ese as bajo su manga, en ocasiones me sentía culpable por lo que había surgido entre nosotros, por no dejarla, pero ella estaba haciendo exactamente lo mismo o incluso peor, fingía odiarlo —expresó lleno de odio.

Me dolía, juro que me dolía como nunca antes me había dolido algo, con las lágrimas al borde de mis ojos empujé aquella puerta logrando que ambos pusieran sus ojos sobre mí, con sus gestos de susto.

Los enfoqué con mi celular y ella giró su rostro, como si fuera demasiado veloz, pero no había nada que pudiera hacer, después de todo ya había quedado captada, aunque tampoco había manera de que yo no pudiera reconocerla, la conocía ya hace mucho tiempo.

Habíamos estudiado en el mismo instituto, había historia detrás, pero era una historia que ahora mismo no me apetecía recordar, no quería olvidarme de lo que debía de enfocarme ahora mismo, como mi futuro esposo lo había arruinado todo.

—¿Acaso perdiste la cordura? Apaga esa m****a —me ordenó.

Detuve la grabación y me guardé mi móvil, pero no fue porque él me dijera que debía de hacerlo, sino por el simple hecho de que ya tenía suficiente evidencia para que nadie nunca me pudiera obligar a tener que estar con un hombre como él.

—No, no perdí la cordura, me pareció demasiado descabellado que la persona que decía amarme simplemente se negara a escucharme, como si no terminaras de conocerme —dije con la poca voz con la que aún podía hablar.

Me quemaba la garganta, incluso el respirar era difícil, porque me sentía destruida, incluso cuando era incapaz de demostrarlo.

—Estabas con ese hombre, estamos a mano —suelta encogiéndose de brazos mientras ella se refugia contra su pecho, como si fuera a hacerle algún tipo de daño.

—Deja de ser ridícula, no puedes actuar como si yo no supiera quién eres, puedes mostrar tu verdadera cara —sentencié.

La observé apartar algunos mechones de su cabello, me miró directo a los ojos llena de rabia, llena de sentimientos que para nada me transmitían algo agradable, pero no me importó, le sostuve la mirada como pude e intercambié con la de Torin que parecía no entender a dónde quería llegar.

—No tengo nada con Maxwell, o al menos no lo tenía, porque hoy mi padre quería que concretáramos el compromiso, que habláramos de una vez de la boda, aquello era lo que tenía que hablar contigo —sonreí con ironía— Ahora debería de estar agradecida con Maxwell, me acaba de sacar un peso de encima, enterarme esto luego de estar casada hubiera sido mucho más tedioso.

Me di la vuelta, estaba a punto de marcharme, de largarme para siempre, pero aún tenía cosas por decir, así que volteé medio rostro.

—Tú ganaste cariño —la miré a ella con una ancha sonrisa— Un hombre que engaña una vez, lo volverá a hacer, espero te haga provecho.

No quería admitir mi dolor, pero no fue hasta que estuve en mi automóvil que no pude evitar llorar y darle golpes al volante a causa de la impotencia. Le marqué a la única persona que, en momentos como esos podría escucharme, sacarme un poco de ese pensamiento tan doloroso.

—Mar, bonita —dice en un tono repleto de felicidad— Ya has dejado de llamarme, me parece injusto, soy tu prima, no te puedes olvidar de mí como del resto, te volviste una trabajadora compulsiva.

Una pequeña sonrisa escapó de mis labios y me limpié las lágrimas de prisa, no podía estar amargada cuando ella hacía ese tipo de reclamos, como si realmente le hiciera falta mi presencia.

—Lo siento, no debí dejar de estar en contacto contigo, Jess —me apresuré a decir.

Ahora mismo la culpa me estaba consumiendo, me sentía como la peor persona por no haber estado para ella en todo este tiempo.

—¿Estás bien? —preguntó con seriedad esta vez.

—No, me enteré de que Torin me engaña —solté cayendo con esas palabras en la realidad.

—Siempre supe que era un idiota —soltó con rabia en su tono de voz y guardó un momento de silencio— Sé por qué me estás llamando, espero que esta noche estés lista para hacer lo que se debe.

No sabía si estaba verdaderamente lista, pero con Jess tampoco hay demasiadas opciones, si recurrí a ella es porque jamás permitiría que me hunda.

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