Mientras tanto, las hermanas gemelas se quejaban del destino de la pequeña Abilawa. La prematura muerte de su hermana mayor continuó mortificándolos. Sufrieron física y mentalmente. Aunque habían pasado varias semanas desde que se había unido a sus padres, los corazones de cada una de las hermanas todavía sangraban. Una vez más, ambos rompieron a llorar, maldiciendo la desgracia que había acabado con la vida de su hermana mayor.
—Sólo hay una cosa que me molesta —empezó a decir Fidelia dirigiéndose a su hermana. "Me pregunto si papá Abilawa estaría de acuerdo en que lo tengamos con nosotros".
– Llamémoslo y sugerímos verlo, quizás acepte la idea.
– Así sabremos cómo hacer feliz a la niña.
En ese momento, Fidélia cogió el teléfono y marcó un número. Después de unos segundos la otra persona contestó y...
***
Unas semanas después.
Jean-Paul, desde que rechazó la oferta de su cuñada, se había propuesto un reto personal: hacer feliz en todo momento a su hija huérfana de madre. El hecho era