Capítulo 122. El aire olía a miedo y sangre mucho antes de que la batalla comenzara. Las nubes, negras como brea, se arremolinaban sobre el Valle de los Huesos, mientras los rayos cruzaban el cielo como látigos furiosos. Era como si el mismo mundo presintiera lo que estaba a punto de ocurrir. En tierra, el ejército se preparaba. No había caballos ni banderas ondeando como en los viejos tiempos: había lobos, híbridos y hechiceros. Los humanos aliados, los pocos que aún permanecían leales a Ada y Lukyan, no lucharían; ellos cuidarían las fronteras, los refugios, los hospitales improvisados. Esta era una guerra de criaturas ancestrales. Esta vez, la sangre la derramarían los suyos. Halley se ajustó los guantes de combate, sus ojos brillando con la misma electricidad salvaje que teñía el cielo. Estaba en la primera línea, pese a todos los esfuerzos de sus padres por mantenerla a salvo. No iba a quedarse atrás. No cuando la vida de todos los que amaba pendía de un hilo. Iván ca
Capítulo 123. En el castillo reinaba el caos. Los gritos de dolor, los gemidos de los heridos y el llanto de los que acababan de perder a alguien retumbaban en cada rincón, como si las paredes mismas compartieran la angustia que pesaba en el aire. Talía, sin perder la calma, había asumido el mando en medio del desastre. Había improvisado un hospital de campaña en el gran comedor: mesas corridas cubiertas con mantas, jarras de agua tibia, vendas, hierbas apiladas en baldes improvisados. Los heridos llenaban el salón mientras, afuera, en el patio, los cuerpos de los caídos eran alineados en filas silenciosas, cubiertos con sábanas blancas. Era un espectáculo desgarrador. Mientras tanto, en la biblioteca, Ada y Halley revolvían con desesperación las estanterías polvorientas en busca de cualquier grimorio, cualquier hechizo de sanación que pudiera ayudar. Los libros antiguos crujían al ser abiertos apresuradamente, las páginas pasaban una tras otra mientras sus manos temblaban de an
Capítulo 124. Ada se encontraba de pie en el balcón del castillo, acariciaba distraídamente su vientre abultado. El bebé daba suaves pataditas, recordándole que el tiempo no se detenía, aunque el mundo sí pareciera hacerlo. —No hay noticias —dijo Lukyan desde el umbral, con tono bajo—. Los vampiros no se han vuelto a mover. Nada desde aquel último ataque. Ada no contestó de inmediato. Sus ojos violetas estaban fijos en el horizonte. Después de todo lo que habían vivido, el silencio era inquietante. —Es peor así —murmuró ella—. Al menos cuando hay guerra, sabes contra qué hay que luchar. Lukyan caminó hacia ella y le tomó la mano. La envolvió entre las suyas con ese gesto sereno que siempre le devolvía algo de paz. —No podemos quedarnos aquí esperando a que todo explote otra vez. No con otro hijo en camino. Ada asintió, sus dedos entrelazados a los de él. —Creo que llegó el momento. Él ladeó la cabeza. —¿De qué? —De dejar el trono, Lukyan. De pasarle el testigo a Halley. Mi
Los primeros rayos del sol acababan de aparecer en el firmamento con mucho esfuerzo se levantó. Ada se fijó en lo vieja y deteriorada que se encontraba su pequeña cabaña. Pero se recordó a sí misma que al menos tenía un techo sobre la cabeza. El viento se filtraba por las pequeñas grietas de las paredes, la pequeña brisa que se filtraba era fría, esa era la primera señal de que la nieve no tardaría en llegar. Miró con preocupación la fina manta que cubría la cama y suspiró, preguntándose si su padre estaría de buen humor hoy y tendría la bondad de darle alguna de las prendas de ropa vieja de las que ya se quisieran deshacer. Necesitaba abrigarse más si no lo más probable es que enfermará. No tardó demasiado en encontrarse parada justo enfrente de la lujosa residencia del Alfa de la Manada Black Mountain, lista para comenzar con las tareas de limpieza del día. En esta casa vive su padre, Henry el Alfa de la manada; su madrastra, Luna Ursula; y su hermanastra Andrea, la princes
— Lo siento, fue un accidente. Estaba tan cansada que me desmayé.—Esas son las únicas palabras que se atrevió a decir, llevaba tanto tiempo pidiendo perdón que esas se habían convertido en las únicas palabras que pronunciaba al cabo del día.La mirada de su padre pareció suavizarse, mostrando una expresión de preocupación, pero en cambio la de Luna Úrsula seguía llena de ira. La interrumpió:—¿De verdad es así? ¿O planeas hacer lo mismo que la última vez y robar las joyas de tu hermana?—¡Yo nunca le he robado nada! —le respondió inmediatamente, furiosa. Ella y su Andrea siempre se aliaban para acusarla de robar dinero de la casa, e incluso escondían dinero en su habitación como "prueba".—No te molestes en negarlo. Encontramos en tu habitación el dinero que obtuviste vendiendo esas joyas —dijo con desprecio—. Con una madre como la tuya, no es sorprendente que seas capaz de cualquier cosa.— Qué haces ahí parada, no tienes suficiente trabajo por hacer o quizás debería darte más tarea
Ada miró al hombre en la cama por un momento, permaneciendo a su lado, lo que hizo que su loba comenzara a recuperar fuerzas poco a poco. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que, cuando su compañero despertara, lo poco que había encontrado de fruta no sería suficiente para ayudarlo a recuperar fuerzas. Así que Ada se levantó, tomó su viejo y desgastado abrigo y se preparó para ir a cazar en el bosque en secreto. El Alpha siempre le había prohibido hacer esto, pues creía que Ada no tenía la capacidad de protegerse en el bosque, pero hoy la diosa de la suerte parecía estar de su lado. No le costó mucho esfuerzo atrapar un pequeño conejo. Emocionada, lo mordió por la pata y abrió la puerta de su casa, pero al hacerlo, chocó de frente con una figura alta. Él era, de hecho, bastante grande, y sus ojos azul oscuro la observaban fijamente. Mientras ella ponía al "conejito" sobre la mesa, se quitaba el abrigo y sacudía la nieve de su cabello, su mirada nunca se apartaba de ella, y de vez
Cuando el sol volvió a salir, Ada se preparó para salir a trabajar. Anoche, ella respondió de manera superficial a su propuesta y le rogó que durante su estadía no saliera de aquí. Si ya se había enojado por las cicatrices en las manos, no se atrevó a imaginar qué pasaría si llegara a ver cómo es un día normal en su vida.Aunque Lukyan aceptó con buenas palabras, no tenía intención de seguir sus instrucciones.Necesitaba ir al bosque para investigar la verdad sobre los atacantes que lo habían agredido, y también para ver si podía encontrar rastros de su Beta. Justo antes del ataque, había estado con su Beta y algunos de sus soldados en una reunión entre manadas de lobos, y si seguían con vida, necesitaba contactarlos lo antes posible. Ada estaba en la sala de la casa de los Alpha, sosteniendo un trapeador lista para comenzar a limpiar, cuando de repente la puerta se abrió y Jhon entró. Se acercó a ella y le saludó amistosamente, pero luego frunció el ceño y preguntó qué era ese olor
Todos los que vivían en la casa de los Alfa y los vecinos cercanos se reunieron rápidamente para ver qué estaba pasando. Cuando vieron a Andrea sujetando a Ada, con la cara llena de tristeza mientras la acusaba de robar, el murmullo de desprecio comenzó a llenar la multitud. “Sabía que ella no era buena, como su madre.” “Sí, si no fuera porque nuestro Alfa aún recuerda que es su hija, ya la habrían echado. ¿Cómo puede ser tan desagradecida?” Al escuchar los murmullos, Andrea miró a Ada con una sonrisa de triunfo, luego adoptó una expresión de decepción y dolor en su rostro y dijo: —Cuando Ada robó por primera vez mi collar y lo vendió, padre pidió que la echáramos, pero mamá y yo pensamos que solo había sido un error y que bastaba con que ayudara un poco en las tareas del hogar como castigo. Sin embargo, Ada nunca mostró arrepentimiento, y yo y mamá seguimos intercediendo por ella, pero ella seguía robando. Mamá ya está tan enferma de coraje que no puede levantarse de la cama hoy…—