Eros.
–¿Cómo te sientes? – le pregunto a Eva, que sigue entre mis brazos tratando de volver a la normalidad.
–Un poco mareada – dice con la voz pastosa y adormilada.
–Es normal que te sientas así, estuviste expuesta por mucho tiempo al químico, pediré que te hagan una revisión en enfermería y en cuanto podamos salir de aquí iremos al médico – le aviso, sé que Eva suele ser muy obstinada en algunas ocasiones y esto es algo en lo que no debe reprochar.
Ella solo asiente con la cabeza, respira de forma pausada y pestañea lento, no es porque se este durmiendo, sino porque el químico prácticamente servía a modo de sedante, y sabrá Dios que otras implicaciones tiene.
–¿No tendrías que estar ayudando a otras personas? – me pregunta de forma débil.
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