Los pura sangre

Después de unas semanas de caería el ex alfa Antonio Davies regreso a su manada Eclipse, como nunca sucedía nada extraordinario Antonio había alargado su cacería un poco más de lo normal, Ahora por fin en casa tenía la intención de descansar y disfrutar de su jubilación tranquilamente. Iba a entrar a su habitación cuando pensó en algo que le gusta hacer. No había nada mejor que relajarse mientras era atendido por su esclava personal. Así que antes de entrar a su habitación miro a uno de sus guardias y le dijo.

- Dile a Noah que estoy cansado que me prepare un baño y quiero un masaje.

- Lo siento señor eso no puede ser posible.

- ¿qué? – el rostro del alfa se contorsionó de rabia. – dime donde esta esa chica – gruño tomando por el cuello de la camisa al guardia.

- Norah se ofreció como ofrenda cuando vinieron los hombres del Alfa Enzo a buscar las chicas.

- No entiendo por qué Noah haría algo así si siempre fue muy dócil y nunca se atrevió a levantar la cabeza.

- Tal vez tendría miedo de morir, todos en la manada la culpaban por la situación del alfa.

- ¿Qué tiene que ver mi hijo en todo esto?

- No lo sabe señor su hijo era la pareja de Noah, pero la rechazo en su fiesta de cumpleaños frente a toda la manada, pero después de eso se puso muy enfermo y todos en la manada culpaban a Noah y empezaron a pegarle, ella siguió comportándose sumisa como siempre con la cabeza gacha hasta el día de la rifa que se ofreció como voluntaria y se la llevaron con las otras dos chicas.

Antonio dio media vuelta y con pasos apresurados fue directo a la habitación de su hijo. Arley ya se encontraba casi recuperado, pero aún no se sentía completamente bien. Estaba sentado en la cama poniéndose los zapatos cuando su padre entró dándole una patada a la puerta.

- ¿qué coño hiciste? ¿Cómo pudiste rechazarla? No sabes lo que acabas de perder por estúpido.

- ¿Padre, cuando regresaste que quieres decir?

- Noah, supes que la rechazaste.

- Te refieres a eso. Claro que la rechace, una sirviente no esta a la altura de ser mi pareja.

- Pero que dices tonto. Noah tiene la sangre más pura que has visto en tu vida, ella es descendiente directa del último rey Alfa.

- Pero que m****a me estas contando, cómo puede ser posible. Debes estar mintiendo.

- Claro que no miento. Yo mismo la recogí de la cuidad destrozada done vivían sus padres, sus ojos rojos es clara muestra de la pureza de su sangre.

- Pero porque nadie sabe eso, todos pensamos que era un fenómeno, además porque alguien así sería nuestro sirviente.

- Ella no sabe la verdad, nadie la sabe, me encargue de enterrar bien profundo el significado de sus ojos y la traje conmigo para asegurarme de que su sangre permaneciera en la familia y nos diera descendientes mas fuertes. Estaba esperando despertara su loba y ver si había heredado alguno de los poderes de lo de su clase. Pero ahora tu lo has arruinado todo.

Arley llevo las manos a la cabeza comprendiendo el terrible error que había cometido, los pura sangre eran la realeza de los lobos, los verdaderos Alfas. Un pura sangre podía someter a diez manadas enteras y tenían la autoridad de reclamar cualquier territorio o manada. Eran como una leyenda entre los lobos ya que hacía mucho que no se sabía de ellos y había prácticamente desaparecido, así como cualquier información al respecto, ahora Arley sabía que su padre era el responsable de la desinformación.

La diosa Luna le había dado un regalo tan preciado al darle un pura sangre como compañera, pero él había desaprovechado semejante oportunidad, maldijo una y mil veces en su cabeza y parándose tomo una decisión.

- Debemos traerla de vuelta.

- No hay forma de hacer eso si Enzo se la llevo no la va a devolver, seguro que el también sabe la verdad. La única forma de recuperarla es ir a la guerra y nunca nadie a ganado contra la manada de Enzo. – intento disuadirlo su padre.

- Nunca nadie había estado tan motivado como yo. Noah es mi pareja y su lugar es a mi lado y nadie va a impedir que recupere lo que me pertenece.

Mientras tanto en las habitaciones de la manada de Enzo Noah se rascaba la oreja maldiciendo a los que no paraban de hablar de ella, alguien toco la puerta de la habitación y la chica se acerco a abrir, uno de los soldados que había visto antes en la plaza le entrego una nota. Era un aviso de que debía comenzar a trabajar en la mansión del Alfa. Noah maldijo una vez más, pero esta vez pensando en e hombre que estaba empeñado en reírse de ella. Noah había pensado trabajar en el hospital de la manada, pero al parecer el Alfa tenía otras intensiones. Norah respiro profundo.

No tienes que preocuparte por nada, solo ignóralo y pronto se aburrirá – se consoló – el Alfa es un hombre muy ocupado, no tiene tiempo que perder con alguien como yo.

Una hora después Noah se encontraba limpiando el estudio del alfa mientras este hacia bolas de papeles y las lanzaba al suelo y se pasaba el resto del día molestándola y dándole órdenes.

- Mira te queda un papel. En esta mesa te queda polvo. Organiza estos libros. Limpia aquí, prepárame té.

Noah solo podía suspirar y hacer lo que este ordenaba, hasta que al final de día su paciencia exploto cuando le llevo por tercera vez un café y Enzo no lo encontraba a su gusto.

- Vete a la m****a maldito imbécil – gritó la chica marchándose tras dar un portazo y murmurando en voz baja, mientras Enzo en lugar de enojado estaba sonriendo.

- tienes bastante resistencia - murmuró - creí que explotarias antes. - En ese momento entró Kalias que se habia cruzado con Norah en el camino. 

- Sucedio algo? La chica no llevaba muy buena cara. 

- No pasa nada, no te preocupes, solo nos estabamos conociendo.  - respondió Enzo sin poder parar de sonreir. 

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