No me contendría...
Alexandre
Conducía por la ciudad con un brillo de satisfacción en los ojos. Mi coche se deslizaba silenciosamente por las calles, y con las manos firmes en el volante, espiaba a la hermosa morena a mi lado. Jaqueline, aun vestida de forma sencilla, estaba deslumbrante. Su mirada era la de una pequeña liebre asustada en territorio desconocido. Y eso me tocó. Despertaba en mí un instinto de protección… y algo más oscuro y primitivo que no quería admitir ni siquiera ante mí mismo.
Me había pedido disculpas, con la voz quebrada y baja, como si me estuviera causando molestias. No tenía idea de que llevarla conmigo, tenerla de nuevo bajo el mismo techo, era un placer, no una carga. No me incomodó en lo más mínimo revelar que sabía dónde vivía. Mentí descaradamente, con la mayor naturalidad, al decir que había ido a su apartamento por unos informes.
Desde que Jaqueline huyó de mi cama sin dejar ni una nota, me sentía frustrado; fue esa misma frustración la que terminó haciendo que cambiara l