—Miriam soy yo, ¿Me recuerdas? Soy Esteban, el chico que estaba enamorado de ti en la prepa. Te hice caso, me superé y ahora soy el presupuesto del país. Vive la historia del porque estos dos enamorados se vuelven a encontrar y todos los misterios que esto conlleva.
Leer másEra una limusina bastante grande y con mucho espacio por dentro. Los lujos que en ella estaban solo los había visto en las películas.
Los asientos eran tan suaves que podría haberme quedado dormida… si no fuera porque me habían secuestrado en ella. Unos tipos con traje y lentes obscuros se acercaron a mí diciendo que el presidente me estaba esperando en su casa. ¿En verdad pensaron que yo iba a creer eso? Por supuesto que no, así que traté de ignorarlos e irme de ahí pero fueron tan persistentes que insistieron en llevarme con ellos. Me cerraron el paso justo en aquel parque que para mí desgracia no estaba tan transitado. Solo un par de niños pudieron ver el evento pero poco pudieron hacer. Esos hombres trajeados se tomaron muy en serio su papel y me subieron tan rápido que no pude reaccionar. —No queremos que se sienta cautiva.—Dijeron al ver mi cara de desesperación.—Pero tenemos órdenes de llevarla y si se rehúsa tendrá que ser por la fuerza. Poco pude hacer ante aquello, tuve que colaborar y disfrutar de la vista del interior de aquel auto mientras me llevaban de paseo. Llevaba más de diez minutos en ese trayecto, con cada uno que pasaba me relajaba más pero también me llenaba de dudas. Ciertamente el auto podría pertenecer a un presidente, los lujos que tenía bien lo valían. Tenía los asientos de color café claro con lo respaldos dorados, el piso brillaba por lo pulidos que estaban. A la mitad había una mesa con cristalería arriba de ella. Copas igual de brillantes junto a botellas con líquidos de varios colores, debían ser whisky, martini o coñac. Las luces en el interior te hacían pensar que estabas en el interior de un antro. Eran fosforescentes y estaban encendidas para decorar más que para iluminar. En cuanto a mis acompañantes, eran tres y estaban dos en frente de mi y uno más a mi costado. Seguramente para que yo no hiciera algo estúpido en su contra. ¿Por qué no grabé el evento? Porque desde que subí, esos tipos me quitaron el celular así como cualquier cosa con la que pudiera hacer contacto con el mundo exterior. La velocidad a la que viajabamos era muy lenta, había mucho tráfico como ya era costumbre en la ciudad a esa hora. Podía ver en sus rostros la desesperación por cumplir su misión lo antes posible y que el resto de coches se los impedía. Se estaban tomando muchas molestias. No puedo decir que usaron mucha violencia en mi contra. Soy una mujer delgada de 1.65 metros, muy delicada y sin conocimiento en la defensa personal. Así que asegurarme como su prisionera fuí demasiado sencilla. Traté de utilizar lo único que podía en ese momento, mi boca. Con esta, intenté morder pero también gritar y así pedir ayuda pero no me permitieron nada de eso. Uno de ellos me puso su gruesa mano sobre mi boca y al agarrarme tan fuerte del cuello, no me dejaron ganas de hacerlo. Ahí solo me subieron y me pidieron colaborar. Como si fuera tan fácil dejar de hacer mis múltiples tareas por una aventura con esos sujetos y su extraña y misteriosa forma de hacer las cosas. Su intento de intimidar y hacerme pensar que en verdad trabajaban para el presidente estaba funcionando. —¿A dónde me llevan?, ¿por qué me traen aquí?—Pregunté tranquilamente rompiendo el silencio que se apoderó del lugar.—¿Qué es todo esto? —Ya se lo dijimos.—Respondió uno de los que estaba enfrente de mí, un hombre calvo, muy robusto, cuyos ojos y parte de su rostro estaban ocultos por unos lentes oscuros y grandes.—Somos de la guardia presidencial. El señor nos envió por usted y ahora mismo nos dirigimos a su casa. —¿Nos dirigimos a los pinos?—Pregunté aún incrédula. —No señorita.—Me respondió mientras reía junto a su compañero.—Esa es la casa del presidente a nivel social, pero él tiene la propia, una de la que muy pocos saben. —¿Y por qué lo sé yo ahora?—Estaba muy desconcertada en la forma tan simple con la que me contaban todo eso.—Se supone que es algo ultra secreto ¿No? —Asi es, pero el señor presidente nos dijo que usted era de confianza.—Me respondió el otro que estaba enfrente, justo al lado del hombre calvo. Este sí tenía bastante cabello y estaba peinado hacia atrás.—Dijo que usted no le recordaba pero en cuanto lo vea sabra de qué se trata. —Estás diciendo que estoy aquí porque el presidente me conoce y pidió enviar por mi.—Ahora comencé a reír yo también.—Ahora entiendo, caí en la broma. ¿Dónde está la cámara? Los hombres se miraron y continuaron riendo, al parecer les hizo mucha gracia mi comentario. Eso me estaba convenciendo de que efectivamente nos dirigíamos a la casa del presidente. ¿Con qué propósito? Me pregunté muchas veces en mi mente y en ninguna pude responder algo razonable. Soy una chica normal que ni siquiera está involucrada en la política, ¿Qué podría ofrecer yo presidente? Un error... pensé brevemente y esa palabra encajaba perfectamente con lo que pasaba. Seguramente me parezco a la mujer que buscaban o simplemente se habían equivocado así que se los hice saber. —Ustedes llevan a la mujer incorrecta.—Traté de ser lo más dulce posible con mi tono de voz.—Estoy segura que no soy la persona que buscan. —Eres Miriam Lírica Zamora ¿no?—Me dijo el hombre calvo al instante. —Si, ese es mi nombre.—Constesté con ganas de seguir peleando por la equivocacion. —Vives en la calle Zapata #15, edificio rojo ¿no? —Así es pero... —Estudiaste la prepa y la universidad en un colegio de paga ubicado en el centro de la ciudad, muy cerca del trabajo de tu padre.—Hablaba tan rápido y seguro que poco podía debatirle.—Terminaste y ahora ejerces como publicitaria ¿no? —Si, esa es mi vida... —Entonces tranquila. Si eres la mujer que buscamos. No sabía si sus palabras debían tranquilizarme o alterarme más de lo que estaba. —¿Por qué me traen aquí?—Continúe con las preguntas.—¿Qué hice? Pero ninguna de mis cuestiones fue respondida. Ellos solo se miraron, se burlaron y se hicieron señas, no me dijeron nada más. El tercer hombre, el que estaba a mi lado. Era mucho más serio. No había dicho ni una sola palabra ni había mostrado expresión alguna. Claro aunque esto último no era fácil de ver gracias a sus lentes obscuros. Conforme pasaron los minutos me fuí soltando un poco más e hice lo único que podía; analizar todo de manera visual. Los hombres de la guardia eran muy interesantes, guapos, varoniles, misteriosos y muy musculosos. Al inicio no me había fijado en esos aspectos pero al no tener nada más que hacer lo noté. La idea de una broma de televisión o programa de internet, ya se había descartado por completo. Había comenzado a creer que me dirigía con quien dijeron y a donde decían. ¿Yo con el presidente? Era una locura pero por algo estaba sucediendo así que hice mil suposiciones. Ninguna de todas las que hice fue la que esperaba. Después de unos 20 minutos más, por fin llegamos a lo que parecía una zona residencial. No pude ver el rumbo pues los vidrios de la limusina no me lo permitieron. Al llegar, bajaron un vidrio para comunicarse con el guardia de la entrada, fue ahí que pude darme cuenta de lo que se trataba. El guardia les dejó pasar de inmediato, abrió unas puertas de color negro muy elevadas. Estas daban el acceso a un jardín enorme, y cuando digo enorme lo digo en serio. Metros y metros de área verde, fuentes y un camino hacia una enorme casa que estaba justo en el centro. Caminar hacia la entrada debía ser muy cansado así que agradecí el uso del automóvil para llegar hasta ahí. Cuando llegamos, se estacionaron en un área donde había otra limusina igual a la que iba yo. Después de detenerse no bajaron de inmediato, esperaron una señal que les dieron por radio y que un par de sus compañeros llegarán ahí. Me sentí nerviosa nuevamente, se apoderó de mí una presión en el pecho, de esas que ocurren cuando tendrás un examen o presentación muy importante. Los guardias de afuera abrieron la puerta y de inmediato descendimos. —Pasen, él los está esperando.—Dijeron con voz sería y un poco apurados. —Entendido. Fueron todas las palabras que dijeron antes de entrar. Quería mirar a detalle lo que ahí había pero no me fue posible. Los rayos del sol eran muy intensos y la velocidad con la que me jalaron para entrar fue mucha. Solo pude ver una hermosa fachada de color blanco con algunos estatuas de este mismo color. Al cruzar las puertas me crucé con un enorme pasillo con un piso muy brillante. Caminamos por este algunos metros hasta llegar a una sala de espera. Aquí lo más llamativo eran los muebles que había los cuales se dividían en unos sillones muy grandes y cómodos de color miel, una mesa de centro elaborada con materiales finos. Había una chimenea encendida que ayudaba con su calor, aunque también la calefacción la complementaba. Sin duda estar en medio de tantos árboles generaba ese frío. En el otro lado había un sistema de música muy grande, era como un sonido de fiestas para llamar la atención de cientos de personas. La decoración tampoco estaba mal, no sé mucho de arte pero los cuadros que estaban colgados se veían muy costosos y originales. También había un par de cabezas de leones adornando la parte alta de aquella pared. Estas no eran reales aunque no dejaban de ser de materiales caros.Una boda, ese evento con el que muchas chicas sueñan en llevar a cabo con el hombre que aman. La mía en específico así sucedería. Esteban me lo había propuesto después de lo que vivimos en aquella dramática historia. Eso había quedado en el pasado, solo unos recuerdos de los que ambos nos reiriamos en nuestras vidas. La alegría que me invadía era inexplicable. Era tal y como lo soñé varias veces atrás. Mi madre estaba ahí, muy cerca y emocionada con el evento. Las pocas personas que conocía llegaron también, no faltó ni uno, eso me alegró demasiada. El evento fue muy privado, solo nuestros conocidos y más cercanos estaban ahí. Lo sentía más por Esteban quien era sumamente popular, aún así, solo decidió invitar a sus amigos más cercanos y familia. Pude notar que la fama se le bajó de inmediato, no sufrió por eso, incluso podría decir que lo disfrutaba. Todo el tiempo tuvo una sonrisa en su rostro, aquella coqueta que me gustaba demasiado. De todo, puedo decir que eso fué lo que
El deceso de la que para el gobierno seguía siendo mi novia así como la recuperación del maletín, fueron noticias que se esparcieron rápidamente por todo el sistema.Llegó a oídos del líder del partido. En cuanto lo supo, me felicitó por la hazaña. Fue muy sincero cuando lo hizo y eso me hizo sentir mejor.Por fin estaba celebrando una victoria, después de tantos topes y fracasos al fin podía presumir de tener el maletín rojo en mi poder.Al tocarlo, sentí que toqué la gloria pues la satisfacción era muy grande.Al regresar al centro de operaciones, dí la noticia e información acerca de lo que habíamos descubierto.El líder del partido así como todos los demss miembros, se mostraron muy indignados por el ataque reciente del país vecino. No estaban dispuestos a tolerar aquello.Afortunadamente para nosotros pudimos saberlo a tiempo y con las pruebas necesarias pudimos hacer una acusación entre la organización mundial.El país vecino sufrió una sanción muy fuerte así como varias privaci
Técnicamente nosotros éramos lo que íbamos en sentido contrario. Lo habíamos decidido para tomarnos de frente con ella.Venía a gran velocidad igual que nosotros, las únicas formas de frenarla, eran chocandola, pero eso nos causaría gran daño a nosotros también.La otra opción era quedarnos ahí parados de forma diagonal para cerrarle el paso.Está opción la escogió el chofer a petición mía. Se quedó a una distancia considerable justo al centro para impedirle pasar.Le llamé por teléfono, tenía que conversarla de que todo estaba perdido y que tenía que detener el auto.—¿Pero qué estás diciendo Esteban?—Me dijo en cuanto se lo notifiqué.—¡Soy tu novia! ¿Por qué me haces esto?Yo guardé silencio, era claro el por qué lo hacía y ella lo sabía.—Por favor detente.—Insistí interrumpiendola.—Te prometo que te daré el mejor trato posible.Tenia la ilusión de que con esas palabras ella se detuviera.El suspenso nos llegó a todos en cuanto se acercaba. Yo ví todo en cámara lenta, ella no bajó
Se quedó en silencio. Me pareció que estaba analizando todo, eso me daba miedo.—¿Mi amor?—Insistí para tener una respuesta.—¿Todo bien?—Si, si, se va la señal.—Me dijo con un tono más normal.—Podrias pedirles que abran el camino, es un poco urgente mi asunto.Miré a todos los que me rodeaban. Estaban muy al pendiente de mis respuestas, me ponían muy nervioso. Sentirse observado comenzaba a ser incómodo.—Ya voy a terminar mis pendientes.—Dije con una gran sonrisa pensando que se me ocurrió una gran idea.—¿Qué te parece si me esperas y te acompaño? Cuando ellos me vean, seguro me dejarán pasar.No supe cuál fue el problema con lo que dije. Para mí era una gran respuesta pero todos los demás se golpearon la cabeza en señal de desaprobación.Supe que en verdad era mala idea en cuanto ella me colgó el teléfono.Sigo sin entender que salió mal de todo eso, pero quedó en el pasado.Después que me colgara regresamos al plan original asumiendo que ella ya sabía que la descubrimos. Teníamos
Ahí estaba yo, viviendo la adrenalina al máximo en aquella persecución. ¿Quien diría que estaría persiguiendo a mi novia después de unos meses hermosos de relación, por traición?Sonaba demasiado tonto pero era verdad. Ella había estado jugando conmigo todo ese tiempo.Sus te quiero, sus besos, las preocupaciones, los momentos que pasamos, todo era parte de su plan para estar cerca de mi. ¿Cómo lo supe? Porque la mujer con la que había estado jugando yo, me lo dijo.Ya se que puede sonar un poco karmatico pero yo no jugué con Miriam, al menos no del todo.Desarrollé por ella un sentido de amor que muy pocos entenderían. No estaba seguro de amarla pero tenía los síntomas que se tienen cuando nace el amor.Miriam no era mala mujer, todo lo contrario. Era una persona fabulosa y me lo acababa de demostrar con ese acto de lealtad que tuvo conmigo.A pesar de todo el daño o que le hice, ella había rechazado la oportunidad de irse a vivir a otro país y entregarme al gobierno extranjero. No m
—¿A dónde vas?—Me preguntaron con prepotencia.—Tú no puedes estar aquí, eres una prisionera. Me sujetaron muy fuerte y me llevaron de nuevo a mi habitación. Ahí estuve por varios minutos, caminando como león enjaulado, queriendo salir de ahí. Abrieron la puerta de mi habitación, Esteban entró con una expresión en su rostro que no era nada esperanzadora. Me miró a los ojos con muchas ganas de llorar y me dijo. —Tenias razón, ella se fué... —¿Por qué estás tan calmado?—Le dije a manera de reproche.—¿Qué sucedió realmente? La astuta mujer fingió ir de parte del gobierno aprovechando que los guardias la conocían. Entró dónde la mujer estaba siendo atendida y ella le reveló toda la información. Dejó pasar unos minutos y decidió salir de aquel lugar sin que nadie la viera. Se subió a su automóvil y se fue de ahí. Esteban pudo reclutar esa información con el testimonio de los guardias y a las cámaras de seguridad que la vieron ir con la espía y luego salir sospechosamente
Último capítulo