POV: Ethan
La habitación olía a humedad y a medicamento. Las paredes de piedra, aunque firmes, no ofrecían ninguna sensación de seguridad. Carttal dormía. Su rostro estaba pálido, cubierto por una fina capa de sudor. El vendaje que cruzaba su pecho se teñía lentamente de rojo, como si cada segundo le robara un poco más de vida.
Yo estaba sentado junto a la cama, sin quitarle los ojos de encima. Escuchaba su respiración, débil pero constante, como si su cuerpo se aferrara al mundo con las uñas. Habíamos hecho todo lo posible por mantenerlo con vida, pero sabíamos que su recuperación no sería rápida. No en este lugar. No en medio de la nada.
Habíamos huido hasta las montañas porque no teníamos otra opción. Porque sabíamos que tarde o temprano Alexander movería sus piezas. Lo que no esperábamos era que las moviera tan rápido. Y mucho menos con sus propias manos.
La puerta de la habitación se abrió de golpe.
Me puse de pie de inmediato. El corazón me dio un salto en el pecho.
—Ethan —dijo