CAPITULO 2

ANDREA

No deseo parecer insistente, pero no tengo muchas alternativas. Necesito hablar con Danna. El tiempo apremia y en cualquier momento podrían venir a expulsarme si no me adelanto por mi cuenta.

Sintiendo ansiedad, pulso el botón de llamada. Intento no emocionarme demasiado, ya que podría ser muy pronto para esperar resultados; apenas discutimos esto ayer.

Además, ¿qué tipo de trabajo podría conseguir? Aunque creo que eso no es lo más importante en este momento. El verdadero problema es que nunca he tenido un trabajo antes. Sería mi primera experiencia laboral y carezco de experiencia en cualquier campo. Sin embargo, no es que no sea capaz de hacer nada. Solía ayudar a mi tía en su tienda de flores cuando estaba viva. Me desenvolvía bien, interactuando con las personas y organizando las cosas. Estas habilidades fueron fundamentales en su negocio.

Hago un cuarto intento de llamada y, nuevamente, no obtengo respuesta de mi amiga. No quiero presionarla excesivamente; si continúo así, podría hartarse y negarse a ayudarme. Decido esperar a que ella me devuelva la llamada. Solo espero que no tarde demasiado, ya que no sé qué más puedo hacer en esta situación.

¿A dónde iré si me desalojan? Esta pregunta me ha atormentado toda la noche. No pude dormir en absoluto, agotada, sin dinero, sin trabajo y a punto de quedarme en la calle. Es una de las situaciones más difíciles que he enfrentado.

Abandonando la cama en la que estaba sentada, esperando la llamada mientras lidiaba con mis pensamientos, comienzo a empacar mi equipaje. No tengo muchas cosas, pero debo acomodarlas en una pequeña bolsa que uso como maleta. Cuando llegué aquí hace unos meses, no me costó adaptarme a este lugar. Los espacios pequeños y solitarios suelen ser cómodos para mí. No debería haber problema con eso cuando encuentre un trabajo y un sitio nuevo para dormir.

Termino de empacar mis pertenencias y busco en mi bolsa. Encuentro cinco dólares; reviso los bolsillos de mis pantalones y los encuentro vacíos. Con solo cinco dólares, no podré sobrevivir y no tengo idea de cuánto tiempo estaré sin trabajo.

Mi estómago protesta por la falta de comida. No he comido desde el almuerzo de ayer cuando Danna me invitó. Ahora ya es mucho más tarde. La nevera está casi vacía, solo hay agua. Me dirijo hacia allí, me sirvo un vaso de agua y lo bebo, repitiendo el proceso varias veces hasta sentirme saciada. Al menos así puedo engañar al estómago mientras consigo algo de comida.

No es la primera vez que me enfrento a esta situación. Podría decirse que estoy acostumbrada, aunque eso no cambia lo terrible que se siente estar sin nada y vivir con la angustia de quedarme en la calle.

Cuando mi tía falleció, el banco me desalojó, sin un centavo en mi bolsillo y recién cumplidos los 18 años. Esa noche vagué por las calles, pero afortunadamente Danna se enteró y me buscó de inmediato. Al estar al tanto, me ofreció su hogar hasta que encontrara una solución o hasta que tuviera una respuesta sobre una habitación en la residencia universitaria. Eso fue lo que sucedió, pero ahora me enfrento nuevamente a la posibilidad de ser desalojada y volver a vagar sola por las calles.

Por la tarde, me dirigí a la biblioteca, el único lugar donde puedo usar una computadora, ya que mi teléfono celular es demasiado antiguo para manejar internet; solo puede utilizarse para llamadas y mensajes de texto. En resumen, está bastante viejo.

Hice una búsqueda en el navegador y aparecieron numerosas ofertas de trabajo. Parece que conseguir trabajo no será un problema, pero el detalle radica en los requisitos. Casi todas las ofertas piden experiencia previa, al menos ciertos conocimientos básicos en el área solicitada. Esto resultará ser más difícil de lo que imaginé.

Sin embargo, no pierdo la esperanza de que eventualmente encontraré algo. Solo necesito seguir buscando hasta que aparezca una oportunidad. De lo contrario, podría terminar limpiando baños, incluso en un restaurante, ya que incluso para ser mesero se requiere experiencia.

Aunque hay muchas oportunidades en línea, no tengo posibilidades reales para ninguna de ellas. ¿Cómo se supone que lograré adquirir experiencia si me rechazan en todas partes a las que me postulo?

Con un suspiro de frustración, cerré el buscador y apagué el monitor antes de recoger mis cosas para irme. No pude asistir a clases, ya que mi beca está suspendida. Me dirigí afuera para dejar algunas solicitudes en las cafeterías cercanas.

Regresé a la facultad y fui hacia mi dormitorio. Introduje la llave en la cerradura, pero esta no cedió. Intenté varias veces, sin éxito, solo terminé frustrada. Cuando escucho la voz de alguien detrás de mí, me giro, es una compañera de piso, su dormitorio está enfrente del mío.

Me explica lo que, paso, que vino administración y cambiaron mi cerradura, la chica no entendía el porqué, pero no tenía tiempo para conversaciones, así que solo le agradecí y salí casi corriendo de allí para irme directo a las oficinas del plantel.

Cuando crucé la recepción sin prestar atención a nadie, casi choco con la puerta de la oficina al intentar entrar sin avisar; la puerta ya estaba cerrada.

Al parecer todo el personal se había ido, excepto la secretaria del rector. Se acerco y me pregunto que se me ofrecía, le conte rápido lo que sucedió con mi dormitorio, ella no podia ayudarme a solucionar mi problema, así que solo me aconsejo volver mañana más temprano para alcanzar al encargado de los dormitorios.

¿Como es posible que se fueran sin importarle que estuvieran mis cosas todavía adentro? Se que no podia culpar a los demás por mi descuido y mi mala suerte.

*****

DAVID

― ¿Tienes alguna noticia para mí? ―pregunto en cuanto Samuel responde mi llamada.

―Sí, estaba a punto de llamarte. Me retrasé un poco y perdí la noción del tiempo ―explica. ―Mi sobrina tiene una amiga, mientras hablaba con su padre sobre la búsqueda de una niñera, ella escuchó la conversación y me dijo que su amiga está buscando trabajo.

― ¿Tu sobrina? ―exclamo con dudas. ― ¿No se supone que tiene diez años?, ¿sigue teniendo esa edad, no?

―Hace más de una década que no la ves, por eso aún la imaginas como una niña. Sí, se trata de Danna, pero ya es adulta, ya tiene la mayoría de edad.

―Entonces, ¿su amiga debe de tener dieciocho o diecinueve años?

―Exacto, Danna tiene dieciocho, así que supongo que su amiga también.

Es muy joven, y me preocupa, ya que una chica de esa edad sea lo capaz de cuidar adecuadamente a mis hijos. No me siento seguro dejándolos al cuidado de alguien tan joven.

―No estoy seguro, sobre su edad. ¿Y tu cuñado, no conoce a nadie más?

―No, él también recomendó a esta chica. Al parecer, la conocen desde hace tiempo ―se queda en silencio unos segundos. ―Si Pedro la recomienda, debe ser por algo.

Tal vez tenga razón, aun así, mis dudas se mantienen. Necesito asegurarme de que esta joven sea de confianza y sea capaz de cuidar a dos pequeños inquietos.

―No sé, me parece muy joven. Pero primero, necesito entrevistarla para asegurarme de que esté calificada para el trabajo ―aclaro.

―Entiendo completamente, es una decisión importante. Entonces, le diré a mi sobrina que hable contigo y coordine la entrevista.

―No, ―lo interrumpo, ―preferiría hacer la entrevista en la oficina, dile a tu sobrina que le dé la dirección a la chica. Creo que sería más apropiado.

―De acuerdo, si eso prefieres, la enviaré y le diré que la envié a tu empresa.

―Perfecto, gracias por tu ayuda.

Hablamos sobre algunos detalles adicionales relacionados con el trabajo y luego terminamos la llamada. Como todos los días, sabía que saldría tarde del trabajo. Tengo que ocuparme de algunas máquinas que se han averiado y también revisar unas cuentas con el encargado principal de la administración de ese sector, pasa saber si podemos invertir en su reparación o cambiarlas por unas nuevas.

Si tuviera una niñera a cargo en este momento, sería distinto, y no me sentiría tan abrumado por dejar a mis hijos tanto tiempo solos. Aunque no están completamente solos, los empleados de la casa están con ellos y los cuidan cuando pueden ponerles atención; sin embargo, ellos tienen sus propias tareas y no pueden ocuparse de los gemelos todo el tiempo. Solo espero que esa joven resulte ser eficaz para cuidar de dos niños con mucha energía.

*****

― ¿Papi, nos llevarás hoy a la escuela?

Levanto la mirada de la pantalla donde estaba leyendo las noticias y la fijo en mi pequeña que está sentada delante de mí en el comedor. De nuevo, lleva un bocado de su desayuno a la boca.

―Alexia, no hables con la boca llena ―la reprendo en lugar de responder a su pregunta.

Ella pone esa mirada que me parte el corazón, es difícil para mí decirles no todo el tiempo. ¿Pero qué más puedo hacer? El tiempo no me sobra, y sé que debería dedicárselo a ellos. Si lo hiciera, la empresa se vendría abajo sin mi supervisión. Ni siquiera puedo tomar una tarde en un domingo para llevarlos a pasear.

He hecho todo lo que he podido desde que su madre se fue y los dejó, sin importarle que eran pequeños. Creo que ahora estoy haciendo lo mismo, solo que estoy aquí físicamente, pero no mentalmente.

―Hoy no, cariño, pero Teo los llevará como todos los días.

Termino mi desayuno y me pongo de pie. Tomo mi saco que está en el respaldo de la silla y me lo coloco.

―Pero, papá… hace mucho que no nos acompañas…

―Alexia… ―soy interrumpido cuando mi celular suena en el bolsillo de mi saco. Lo tomo, y antes de contestar, me giro hacia mis hijos. ―Terminen pronto, ya saben que no pueden llegar tarde al colegio, Teo ya debe estar esperándolos en el auto. ―Me acerco a ambos y les doy un beso en la cabeza. ―Los veré esta noche.

Con eso me despido y salgo de la habitación. No les prometí cenar con ellos porque, por lo general, nunca llego a casa a tiempo para verlos despiertos cuando regreso a casa. Es mejor así.

―Señor ―Me llama Hilda antes de que suba a mi auto. Me detengo y me giro para verla.

― ¿Sí?

―El cumpleaños de los gemelos es en dos semanas, y no me ha dicho qué quiere que cocine o prepare ese día. Estaba esperando a que me lo dijera.

Demonios, ¿cómo pude olvidarlo? No es que haya olvidado la fecha de sus cumpleaños, es solo que ni siquiera sé qué día es hoy. He estado muy ausente.

―Te pido el favor de que te encargues de todo. Hazles su pastel favorito y la comida que ellos elijan.

― ¿Pero no habrá invitados? ¿No será un festejo más elaborado?

―No, no tengo tiempo para fiestas.

―Le recuerdo que Alexia quería una fiesta de cumpleaños grande, con sus compañeros y amigos. ―Le echo una mirada determinante, refiriéndome a que ya he dejado claro el asunto de la fiesta. ―Está bien, señor, si así lo desea.

― ¿Eso es todo? ―Ella asiente con la cabeza en señal de afirmación. ―Bien, entonces ya me voy. Nos vemos en la noche, no me esperen para la cena. ―Finalizo y me subo a mi auto para salir del estacionamiento de mi casa.

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