Capítulo 2

Su cabello era negro, sedoso, corto a los lados y largo en la parte delantera. Sus ojos azules hacían que los míos castaños se vieran tan normales y comunes combinado con el mismo color de mi cabello. Algo típico de una omega.

—Entonces el señor Mason envió a mi puerta a una omega.

La palabra salió con desdén de su boca, menospreciando de lo que era capaz con tan solo una entonación en la palabra.

—Mi nombre es Darcy, Darcy Hogan.

—Una huérfana.

Asentí sin vergüenza de admitirlo.

—¿Y te enviaron para cuidar de mi hijo? —la pregunta ni siquiera fue para mí, pero la forma indignada en la que lo había dicho me hizo estremecer.

Yo no tenía a dónde ir, en ese momento solo lo tenía a él.

—Puede ponerme unos días de prueba, estoy segura de que puedo hacer el trabajo.

—No hay forma en esta tierra en la que una omega como tú cuide de mi hijo, el futuro alfa ¿lo estas entendiendo? Así que da la vuelta y regresa por donde viniste.

Tragué saliva, en un intento por encontrar las palabras adecuadas, pero no tuve que hacerlo. Un niño con una maraña de cabello negro corrió por todo el espacio hasta llegar a mi para abrazarme fuerte. Sus brazos me envolvieron con fuerza y solo reí suavemente cuando sentí la potencia de su abrazo.

—Hola, pequeño —saludé suavemente mientras tomaba su rostro entre mis manos.

—Darcy, hace días que no te veía en el lago.

—Estuve ocupada, cariño.

Él me sonrió y yo se la regresé antes de volver mi mirada hacia su padre.

—Pero tu papá me ha traído para cuidarte, me han dicho que odias a todas las demás niñeras.

—Solo vienen porque quieren a papá cerca —dijo sin molestarse en bajar la voz —lo cuidan más a él que a mí.

Una de mis cejas se enarcó en dirección al alfa y él suspiró pesadamente mientras miraba a su hijo girarse hacia él.

—¿Por eso trajiste a Darcy? Estoy seguro de que ella va a cuidarme.

Él había escuchado a su padre, tuvo que hacerlo porque era un alfa, pequeño, pero lo era.

—Aún no he decidido eso, Nolan. Y estoy sopesando seriamente el que conozcas a esta mujer y no me hayas dicho.

—La conozco hace meses —admitió como si nada —no suelo tener compañía, Darcy es como mi amiga.

Nolan estaba casi recluido en su casa, me había dicho. Su madre a veces hacía intentos de infiltrarse en la manada para llevárselo, aunque casi siempre eran infructuosos. Pero el alfa prefería mantenerlo bien cuidado para evitar que tuviera éxito.

—Y ella nunca me haría daño.

El alfa me miró con desdén y esa simple mirada me dijo que él solo me veía como un eslabón débil, no le haría daño al niño, por supuesto, pero él pensaba que ni siquiera tenía la fuerza para hacer tal cosa.

—Una semana —intervine antes de que él pudiera pensarlo un poco más —deme una semana de prueba y después de eso ve si me deja aquí o no.

—Nolan, ve a tu habitación.

El niño asintió sin refutar nada ante el tono áspero de su padre. Subió las escaleras que podía ver más adelante y cuando desapareció de mis sentidos, su padre se acercó lentamente de forma peligrosa.

—Detesto a la extirpe baja porque solo buscan poder, algo a lo que aferrarse para salir de sus míseras vidas. Así que déjame adelantarte a los hechos, aquí no vas a conseguir nada más que la atención de mi hijo, tú no me interesas y ya he tenido demasiados problemas al respecto.

—Lo menos que me interesa es su atención.

Y eso no era mentira, le había ocultado por mucho tiempo lo que ambos significábamos el uno para el otro, por esta misma razón. Y aunque mi corazón débil tembló ante la crueldad de su voz, no se lo dejé ver.

—Nolan es un niño increíble, el debe tener a alguien que cuide de él y le preste la atención que se merece.

—Si, bien, ya veo que tienen buena relación, pero tu no tendrías mucho que aportar a su inteligencia y eso te vuelve una niñera no apta.

—Tengo suficientes habilidades intelectuales que podrían servirle, ya lo han hecho, que sea débil por no tener transformación no me hace inútil.

—Lamento contradecirte, pero eso te hace casi totalmente inutil, todos en mi manada deben luchar, salir a pelear con los enemigos para evitar que se lleven nuestros recursos. Nunca te he visto en una guerra, omega, porque eres inservible para eso.

—Bien, debería considerarlo mejor. Sus soldados no calmaran a su hijo en medio de una guerra, y a mi no me va a necesitar en ninguna de ellas. Tiene guardias alrededor de él todo el tiempo, yo sería un factor que no cambiaría nada en la línea de lucha si faltara, pero podría hacer mucho bien si me deja con Nolan.

Él me miró con más atención esta vez. Enfocándose en mis jeans rotos por las lavadas, mi polera azul gastado y con el cuello un poco anchado. Mi cabello castaño amarrado en una coleta y todos los lugares filosos donde mis huesos se marcaban gracias a la mala alimentación.

—Una semana —volví a repetir —deme una semana y verá que puedo hacer este trabajo bien.

Y tragándome el poco orgullo que me quedaba miré al suelo y lo pedí.

—Por favor, señor Donovan.

—Una semana, omega. Y si intentas hacerle daño a mi hijo, vas a rogar porque te mate ¿lo entiendes?

Asentí varias veces y él se acercó a mí como un depredador que acecha a su presa.

—Hazlo bien, porque no me temblará la mano a la hora de deshacerme de ti.

Y tras esas últimas palabras pasó junto a mí envolviéndome con su aroma, con la vibración de su poder, con el perfume suave que lo envolvía. Me dejó ahí, añorando todo lo que la diosa luna había determinado que podía ser mío, pero que ni en cien años me atrevería a reclamar, porque él nunca me aceptaría como suya.

No a una débil extirpe como yo, una omega.

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