La niñera del alfa
La niñera del alfa
Por: DarknessYFS
Capítulo 1

Darcy Hogan

—Las ratas no deberían estar cruzando por la casa, deberías volver al agujero del que saliste.  

Cloe Mason era mi especie de hermana adoptiva, si es que se le podía llamar familia adoptiva a la gente con la que vivía.

Era huérfana, mis padres se habían deshecho de mí cuando a penas tenía consciencia solo por ser de la casta mas baja que podía nacer una mujer lobo en una manada; era una omega. Y en mis tierras, las crueles tierras de las que provenía eso era sinónimo de debilidad, no había poder, solo alguien a quién proteger cuando hubiera problemas.

Ni siquiera había tenido una transformación completa en mis veinticuatro años de vida y no estaba segura de que la tuviera nunca.

Me quedé callada ante eso, era normal que ella me insultara de esa forma día y noche. Para ella solo era un mueble más de la casa.

—¿Sabes? Desde el día en que llegaste he estado esperando que papá decida echarte, no eres buena imagen para esta familia. Sin mencionar que no sirves para nada.

—Me encargo de la casa —dije bajito sin entender a qué se refería.

Por más mal que la familia Mason me tratara, era el único punto de estabilidad en mi vida y ellos habían sido como mis protectores durante todo este tiempo.

—Eso no sirve de nada, la ensucias con tu sola presencia. Eres una basura que tuvimos que botar hace mucho.

La señora Ofelia que hasta ese momento ni siquiera la escuchaba, miró en su dirección y enarcó una ceja.

—Todo el mundo nos ve como unos tontos por acabar nuestros valiosos recursos con una omega buena para nada.

La señora Ofelia suspiró, pero se mantuvo en silencio.

—¿Te digo un secreto, Darcy? Papá al fin te sacará de esta casa y podremos deshacernos de una basura como tú —las palabras de Diana fueron las que sellaron el destino, me hicieron comprender a qué se refería.

La señora Ofelia pasó su mirada a su esposo que acababa de entrar en la habitación.

—Hace dos días que hablé con el alfa para enviarte a la casa principal a cuidar de Nolan, igual ya se conocen ¿no? —cuestionó en mi dirección —me alegra decirte, Darcy, que ya tengo a donde llevarte, es tiempo de que encuentres un nuevo lugar o abandones la manada, cualquiera que te parezca más factible.

Ese era un secreto, un secreto que había guardado para evitar algo como esto. Yo y ese pequeño niño nos encontrábamos seguido en el lago de la manada cuando él tenía su hora de paseo en el día. Nos habíamos hecho amigos y esperaba que nadie lo supiera para que no evitaran mis encuentros con él. Ahora me habían dado algo que absolutamente no había pedido.

El alfa era un hombre tan frío y cruel con las personas de mi estirpe que me había molestado en nunca encontrármelo y menos cuando sabía lo que el significaba para mí después de un día que sentí su olor en medio del lago después de haber dejado a su hijo.

El alfa Hunter Donovan de la manada a la que pertenecía era mi mate, una especie de mate extraña que no le sucedía con frecuencia a los omegas, pero que era algo posible. O era su alta Imprima, un lazo que sucedía poco entre omega y alfa, pero una unión que hacía más poderosas ambas partes.

Pero yo nunca tendría un lazo con un hombre como él. Solo me tomaría por el poder, porque él ya había amado a su mate, la madre de su hijo y ella lo abandonó a su suerte después de cortar su unión y se fue con el enemigo.

O no podía estar encerrada en esa casa, no con él.

—No, por favor —rogué mirando hacia el señor Mason —haré lo que quiera, se lo suplico.

—Ya la decisión está tomada —me dejó saber —serás un puente entre el alfa y esta familia, una excusa para verlo más seguido.

Y ahí estaba, el poder, la forma burda en la que me usaban para el beneficio propio. Había sido así toda mi vida, un peón al que podían mover a su antojo cuando quisieran. Algo que lo nunca estuve de acuerdo, pero mi voz no valía un centavo.

—Señora Ofelia, por favor.

Pero en esa casa nadie escucharía, no a mí.

—Lo siento Darcy, pero esto es algo que toda la familia habló, te vas mañana.

Todo el mundo lo habló, pero nadie me preguntó y Cloe, Cloe me lo arrojó a la cara como si tuviera opción, cuando sabía que ya mi destino estaba firmado.

***

Mis pocas cosas estaban recogidas en un bolso de lado que pesaba poco, y solo a eso se reducían mis pertenencias de toda una vida, pero siempre recibí migajas, así que eso fue lo único que me permití recoger.

—Espero que el alfa te tire a un hoyo y nunca se saque de él o mejor aún, que te cuelgue en el centro de la manada para que todos vean como deberían acabar los de tu especie—el abrazo de Diana fue hipócrita y sus palabras susurradas en mi oído lo confirmaron.

Nadie dijo nada más, solo me miraron atentos y el señor Mason solo se limitó a esperarme afuera de la casa, tal vez para asegurarse de que terminara mi recorrido donde debía en vez de huir.

Aunque yo no tenía ningún lugar al cual ir.

Un par de lágrimas se deslizaron por mis mejillas mientras me apuraba a seguirle el paso al hombre que hubiese podido ser un padre para mí pero que solo me trató como la sirvienta de su casa y en otras ocasiones como su mascota.

No tenía idea de cómo se había enterado de mi pequeña amistad con el niño de ocho años, Nolan. Pero eso me dejó saber lo observada que me tenía.

Nuestra manada no era de la más grandes, pero sí una de la más fuertes. Habíamos soportado y ganado muchas guerras durante el tiempo que tenía allí y nunca la manada se había visto con daños graves, gracias a nuestro alfa, despiadado, frío, sin emociones. No después de que su esposa rompió un lazo divino y lo dejó a su suerte sin saber si viviría o moriría.

—Debes comportarte, hacer tu trabajo y estoy seguro de que no te despedirán, porque si te despiden, Darcy, no habrá forma de que te reciba en la casa.

Ambos nos detuvimos delante de la puerta principal de la manada a las afueras de la ciudad, lejos de los puntos en dónde el enemigo atacaría.

—No me puedes hacer esto.

—Hace mucho tiempo debí hacerlo, solo que esperaba el momento adecuado. Para mi familia eres una carga, siempre lo has sido y encontré el mejor lugar para dejarte.

Claro, con un hombre que torturaba por diversión y tenía un calabozo donde podría lanzarme y olvidarse de mí por completo. Un muy buen lugar.

—Odia a la gente como yo.

—Todos detestan a los omegas, Darcy, aquí, en casa, en cualquier otra manada, eres simplemente la estirpe más baja que no debe dejarse atrás, con la que todos debemos cargar por tu debilidad.

—Entonces debiste dejarme en el bosque ese día que me encontraste.

—Lo sé, así no hubiese cargado con veinte años de señalamientos y críticas. Ahora, ve a esa puerta y encuéntrate con tu destino, haz las cosas bien y no tendremos que volver a cuidar de ti.

No volví a rogarle, no volví a pedirle que se retractara, había hecho eso durante todo el día anterior, me arrastré, me disculpé, no había forma de que eso siguiera en marcha.

Así que solo acepté mi destino y me acerqué a la puerta sosteniendo mis pertenencias como si alguien fuera a robarlas.

Ocultando mi olor me acerqué a la puerta y la empujé lentamente para entrar en la casa. No volví a mirar atrás, lejos de eso cerré la puerta detrás de mi y me enfrenté a él por primer vez en medio del enorme recibidor.

La casa era grane, digno de un alfa poderoso como él.

Mi respiración era apenas un susurro mientras lo analizaba y mi corazón, mi traicionero corazón latió por él a una velocidad alarmante, él podría considerarlos parte de mi miedo hacia él, cuando todo lo que estaba sintiendo era una emoción demasiado fuerte al sentir su olor tan cerca, ese olor a chocolate que tanto amaba.

Tenía a mi mate frente a mí por primera vez y él ni siquiera sabía que tenía delante su segunda oportunidad en la vida. Algo que pocos hombres lobos tenían.

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