No era incómodo vivir en casa de Michael Lewis, todo lo contrario, era como estar en su propia casa. Su jefe no la trataba como una empleada, todo lo contrario, cuando ella se despertaba tarde a causa de su despertador y se levantaba corriendo, encontraba su jefe siempre se encontraba haciendo el desayuno y a ella le esperaba ya una taza de café recién preparada.

Aún seguía comportándose como un verdadero ogro, pero eso no quitaba que a Fleur se le hacía cada vez más fácil el aceptar el quedarse a vivir ahí.

El pequeño Michael parecía más feliz tanto que su maestra mando a felicitarla, ya que el pequeño ya no figuraba entre los niños con problemas de aprendizaje, todo lo contrario, ahora participaba más, sobre todo en actividades donde los padres tenían que ir. Era el primero en levantar su mano.

Si definitivamente la vida a lado de los dos Michael era más que feliz.

—Pareces muy feliz, Fleur— le mencionó Michael como siempre atrapándola entre su cuerpo y algún mueble de la casa, en