Winnie, no espera la respuesta de Benjamin, se dirige a la cómoda y saca un pequeño estuche que había comprado días atrás pero que aún no había tenido tiempo de usar.
—¿Qué es eso? —pregunta Benjamín, secándose el cabello con una toalla mientras la observa con curiosidad.
—Aceites de masaje —responde Winnie con una sonrisa mientras se acerca a la cama—. Los vi en una tienda y pensé: "algún día los usaremos para relajarnos". Y ese día ha llegado.
Benjamín arquea una ceja, divertido.
—¿Así que planeas consentirme?
—No solo planeo consentirte, querido futuro esposo, sino que luego espero lo mismo de tu parte.
Benjamín ríe mientras se acomoda en la cama, tumbándose boca abajo con los brazos bajo la almohada.
—Estoy listo. Haz tu magia.
Winnie toma uno de los pequeños frascos y lo abre, dejando que el aroma a vainilla y coco llene la habitación. Calienta unas gotas del aceite entre sus manos y comienza a masajear los hombros de Benjamín, que deja escapar un suspiro de alivio inmediato.
—Es