Capítulo 4

Tyler

El restaurante se encontraba a reventar, como casi todas las noches; en Las Vegas, los empresarios más importantes se reunían allí para finiquitar negocios o pasear con mujeres atractivas, siempre era lo mismo, estaba atendiendo una mesa cuando sentí mi celular vibrar en mi bolsillo, miré sobre mis hombros,buscando con la mirada alguien que pudiera cubrirme, me había manchado la camisa con vino, pero había estado tan ocupado que no habia podido cambiarme, sin embargo tenia que contestar.

Hugo uno de los meseros entendió mi mirada; así que, él se quedó tomando mi orden, corrí hasta la cocina saliendo al callejón detrás del restaurante para contestar la llamada al notar quién era.

—¡Papito! —El grito de Mia me hizo apartar el teléfono del oído, a pesar de eso, amaba que estuviera tan enérgica. eran pocas las ocasiones que podia escuchar a mi bebé así de feliz.

—¿Cómo está la princesa de papá? —pregunté a mi niña bonita.

—Bien, papi, hoy no fui al colegio, la nariz me sangró otra vez y manché el edredón de la Doctora Juguetes que me regalaste, ¿verdad que no te pones muy bravo, papi? —Su vocecita vaciló. y algo en mi pecho se comprimió, deseaba poder quedarme con mi niña siempre.

—No, mi amor —dije, evitando que ella notara el cambio en mi tono de voz—. ¿Sangraste mucho? —indagué preocupado.

—Un poquito, ¿verdad, Tita? —A lo lejos escuché el «sí» de mi hermana—. Papi, el otro fin de semana harán una obra escolar y yo voy a ser una vamiposa —exclamó con alegría.

—Bebé, no se dice el otro fin de semana, se dice el próximo fin de semana… ¿Qué es una vamiposa?

Una vamiposa, papi, son las que vuelan en el jardín, Tita está haciendo mis alas de color rojo, verde y azul.

—Mía, déjame hablar con papá, luego le cuentas todo sobre la obra, ve a la habitación y cámbiate el pijama —ordenó suavemente Megan, del otro lado de la línea.

Te quiero, papi —murmuró mi florecita, abrí un poco la puerta, observando dentro del restaurante, mis mesas estaban cubiertas.

No corras que te sangra la nariz —gritó mi hermana—. Hola, corazón.

—Meg, dime la verdad, ¿la hemorragia fue abundante? —Mi preocupación estaba en su mayor punto.

Lo de siempre, Ty—informó resignada—. La llevé con Rob necesita hacerle nuevos exámenes de laboratorio y se están acabando las vitaminas. Odio llamarte para estas cosas, pero necesito dinero.

—Tranquila, el lunes te giraré el dinero para que compres lo que necesites y lo suficiente para pagar la primera cuota de tu nueva computadora.

No necesito una nueva computadora, Tyler estoy bien con mi vieja y funcional laptop, envíame lo necesario para cubrir los exámenes médicos y los medicamentos de Mia y utiliza tu dinero para ti, también requieres una computadora.

—Estoy bien, en la universidad todo marcha perfecto, mi beca cubre todos mis gastos, Will tiene una nueva computadora y tengo un trabajo de medio tiempo con muy buena paga. —Odiaba mentirle a mi hermanita, pero cuando nos enteramos que Mia estaba enferma, tuve que renunciar a la beca y hallar la manera de costear el tratamiento que haría de mi hija una niña sana, no podía perderla, no como a su madre.

—¿Estás ahí? —inquirió la vocecilla de mi hermana.

—Sí, aquí estoy, ¿cómo van tus estudios? —A lo lejos podía escuchar a mi hija riendo.

Bien, ahora estoy terminando el disfraz de Mia para la obra, a Maya le hubiera encantado verla disfrazada. Solo espero que su nariz no se entrometa entre ella y su primera obra escolar.

—Maldita enfermedad —maldije entre dientes—. No le bastó con llevarse a mi esposa, ahora quiere llevarse a mi hija… —Me sentía impotente.

Como si estuviera en una carrera contra la muerte y ella siempre llevara ventaja.

Ty… —me reprendió Megan—. No debes hablar así.

—Meg, tengo que colgar, te enviaré el dinero el lunes, dale un beso a mi pequeña, dile que la extraño mucho y que papá estará ahí el día de la obra escolar.

—Brown. —Escuché que me llamaban, mi cuerpo se tensó pensando que era el jefe, pero suspiré aliviado al ver que era mi amigo,Will, el que salía a buscarme.

—Sí, Meg, gracias por todo; te quiero, hermanita, besos… ya debo colgar, el jefe me llama. —Terminé la llamada y miré a Will que negaba con la cabeza.

—Brown, no puedes pasártela hablando por teléfono en el turno, pueden despedirnos. El jefe te está buscando como un loco.

—Lo sé, Will, lo sé. —Suspiré, me sentía agotado, en la última semana había hecho todos los turnos que mis compañeros no querían, doblándome cuando Keith se reportó enfermo. Acomodé mis gafas sobre el puente de mi nariz y me pasé la mano por la barbilla.

—Tienes que afeitarte, hermano y… joder, ¿¡qué demonios le pasó a tu camisa!? —Will tiró de su cabello y yo miré la mancha de vino tinto en mi camisa blanca—. ¡Mierda, van a matarte!

—No me dio tiempo de afeitarme antes de venir y tuve un percance con un cliente, tropecé con él.

—Quiero ayudarte, pero no te ayudas a ti mismo, Tyler, no puedes usar el teléfono en horas de trabajo y tienes que afeitarte, te lo dije hace tres días. —Gracias a Will conseguí este empleo, había venido a Las Vegas mucho antes que yo, luego de salir de la preparatoria, aquí él era como el jefe de los meseros—. Aparte, tropezaste con un cliente, hermano, tienes que concentrarte. —Golpeó mi hombro y miró la mancha en mi camisa—. Ve a mi casillero y toma una de mis camisas limpias y luego ve con el jefe.

—Gracias, William, te debo una… de nuevo. —Pasé a su lado, necesitaba moverme rápidamente, solo esperaba que el cliente con el que tropecé no hubiese ido con quejas, necesitaba este empleo y aún estaba a prueba—. ¡Hey, Tyler! —Giré para observar al único amigo que tenía en la ciudad—. ¿Estabas hablando con Megan?

—Sí.

—¿Le contaste que abandonaste la universidad?

—No la abandoné, solo pospuse mis estudios; además, Mia necesita nuevos análisis, volvió a sangrar por la nariz… —Will negó con la cabeza—. Ella necesita dinero.

—Bueno, necesitas trabajar para ello, nada ganas con preocuparte ahora, le dije al jefe que estabas en la cava buscando una botella para un cliente, ve a vestirte, lo último que necesitas ahora es que el jefe te despida.

—Sí, gracias, Will, otra vez. —Me metí por el callejón que daba al baño de los empleados del restaurante y busqué la camisa de Will, afortunadamente éramos de la misma contextura y talla.

Una vez listo, me encaminé hacia la oficina del gerente. Toqué dos veces suavemente y gritó autorizándome a seguir.

Chasse stranfort era un bastardo, a pesar de que nos pagaba relativamente bien, siempre buscaba la oportunidad para degradarnos. Alisté mi delantal negro y acomodé una vez más mis lentes, tragando el nudo que tenía en la garganta, solo esperaba que el cliente con quien tropecé, no hubiese levantado alguna queja que colocara mi puesto en riesgo.

 A Stanfort no le temblaba la mano para deshacerse a un mesero que consideraba inepto.

Irónico, porque, él era la ineptitud personificada.

—¿Quería verme, señor? —pregunté, después de unos segundos de silencio. Chasse sacó un fajo de dólares y lo metió en un sobre, pensé que nos habíamos quedado sin algún ingrediente en la cocina y debía comprarlo, o quizás algún cliente pidió un vino que no teníamos en la cava de reserva, pero Chasse abrió su maletín y depositó el dinero en él, antes de mirarme a la cara.

—Tyler—dijo mi nombre con desden, tomando unos papeles en la mesa —. Te he mandado a llamar, porque hace exactamente quince minutos que no te veo en servicio.

—Un cliente pidió una botella de la reserva, así que bajé a buscarla, señor —contesté con seguridad y aplomo.

—No sabía que ahora atendíamos clientes por teléfono. —Giró el monitor de su computador, mostrándome el video de la cámara del callejón—. ¿Tengo que repetirte que no me gusta que atiendan sus asuntos personales en horas de trabajo?

—No, señor, es solo que he estado todo el día aquí por la licencia de Keith y, no había podido llamar a mi hija.

—Tu m****a de vida personal no me interesa, Brown, las políticas de este restaurante son muy claras…

—No volverá a suceder, señor.

—Eso espero o tendré que despedirte… Pero no es por eso por lo que te he llamado, eres uno de nuestros mejores meseros junto a Will. Pero él está atendiendo a un cliente importante que en el reservado uno, necesito que seas tú el que se encargue del comensal del reservado dos.  Es el hijo de un gran amigo mío, un hombre elegante e influyente, Brown. Con él no puede pasar lo que pasó con el cliente de la mesa diez. —Tragué saliva, porque el hijo de puta parecía tener mil ojos—. Quiero que lo atiendas como si fuera el heredero a la corona británica.  Dale todo lo que pida, platos, vinos, lo que sea… No escatimes en él, ya hablé con Thorks para que sus platos fueran impecables. Jameson Shields es uno de nuestros mejores clientes, casi me confundí cuando entraste hace tres semanas a pedir el trabajo… Como si el señor Shields necesitara un empleo de meserucho—se burló—.  En tus manos queda que se vaya del restaurante completamente satisfecho.

—Sí, señor —hablé con voz fuerte.

—Vuelve a tu trabajo, Tyler… Sobra decirte que, si sucede algo, te irás al terminar el turno.

—Eso no sucederá, señor.

—Sal de aquí. Ahh y, antes de que te vayas, el señor Shields es alérgico a los alimentos cítricos, no le recomiendes nada en el menú que lo tenga. —Asentí una vez más antes de salir de la oficina, respirando profundo, tenía que complacer en todo al hijito de papá para poder conservar mi trabajo. Solo esperaba que después de un buen servicio, el señorito de sociedad dejara una buena propina.

Necesitaba el dinero.

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