—Emilia, no vayas —dijo Julia—. Si se atrevió a hacerlo, seguro que no dejó rastros. No gastes energía en eso, mejor ven a ayudarme.
Julia extendió toda la ropa dañada sobre la mesa. Después de observarla un momento, reflexionó:
—Todavía falta una hora para que empiece la competencia. Intentemos arreglarlo.
—¿Cómo vamos a arreglarlo? ¡Está todo destrozado! —Emilia estaba furiosa.
—Acabo de revisarlo —respondió Julia—. La ropa solo tiene algunos agujeros, el daño no es tan grave. Tomemos un poco de tela y cosamos de nuevo para repararlo.
Dicho y hecho, se sentó frente a la máquina de coser y se puso manos a la obra. Algunas prendas las rasgó, otras las reparó, volviendo a coser y unir todo. Al ver lo dedicada que estaba Julia, Emilia también se llenó de esperanza y comenzó a ayudarla. Emilia también había estudiado diseño antes, así que tenía cierta experiencia y podía ser de ayuda.
Las modelos, viendo a las dos tan ocupadas, preguntaron:
—¿Nos maquillamos?
—Sí, vayan —respondió Julia.