Capítulo 354
Julia permaneció aturdida junto al lago hasta la noche, cuando empezó a caminar lentamente de regreso.

En su mente se repetía la imagen de Andrés trayéndole leche hace un año. En su imaginación, Andrés fruncía el ceño cuando ella se desmayaba, ordenando fríamente al personal médico: —Extráiganle sangre.

Cuanto más pensaba, más le dolía el corazón. Sin poder controlarlo, sufría y odiaba a Andrés...

—¿Julia?—, sonó una voz familiar en la calle.

Julia se volteó. Daniel asomaba por la ventanilla del auto, su rostro apuesto mostraba preocupación.

Julia lo miró atónita, con los ojos húmedos.

Parecía a punto de llorar.

Daniel bajó del auto y vio que la piel de sus manos y pies estaba roja, como si la hubieran picado insectos. La muñeca donde llevaba la pulsera de diamantes rosas estaba marcada y sangrando.

—¿Qué te pasó?—, preguntó Daniel.

Julia intentó hablar, pero un nudo en la garganta se lo impidió.

En ese momento, parecía tan frágil como un espíritu.

Daniel no insistió, notando que Julia
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