191. El despertar (TF)
Henrietta despertó sintiendo una extraña calidez en su cuerpo, envuelta en sábanas blancas que parecían acunarla. La luz del día se filtraba a través de las cortinas, golpeando sus párpados con un resplandor molesto que le arrancó un leve gemido. Entreabrió los ojos y parpadeó varias veces, intentando acostumbrarse a la claridad, mientras una punzada en la cabeza le recordaba la intensidad de la noche anterior. Un sabor amargo en su boca y una seda abrasadora parecían susurrarle que algo no estaba bien.
Al mirar alrededor, notó que el lugar era desconocido. Las paredes claras, el silencio y la impecable pulcritud del cuarto la hacían sentir desorientada. La decoración era minimalista y ordenada, sin los detalles lujosos que solían rodearla en su ático. Cada cosa en esta habitación desconocida parecía cuidadosamente seleccionada para no llamar la atención, un ambiente de paz que contrastaba con la tormenta que llevaba por dentro.
Con esfuerzo, se bajó de la cama y caminó hacia una pequ