— Más… ¡Dame más, por favor! — Ella había rogado con las ansias a mil mientras su corazón corría desbocado golpeando con fuerza su pecho.
Leo no esperó a que volviera a pedírselo, y en cambio, se dedicó a buscar todas las formas de darle placer que se le ocurrieron, estudiando sus movimientos, sus reacciones y dejando que, de a poco, fuera el mismo Randall quien tomara la delantera sabiendo que su lado animal seguramente sería más salvaje y efectivo en ello.
— ¡Ah! ¡Ahhhh! — A cada gemido de la rubia el Alfa accedía a una nueva manera de deleitarla posponiendo su propio deseo hasta no poder contenerlo más, y ceder ante él con todas sus fuerzas.
Tomó a la mujer por la cintura y la acomodó delicadamente sobre el mueble modular amplio y largo que rodeaba buena parte del lobby de su lujoso departamento, y separó sus piernas mientras las llevaba flexionadas hasta un punto que le permitiera acomodarse para jugar en su entrepierna.
— ¡Ah, ah! — Los gemidos continuaron, mientras la lengua del