La loba perdida
La loba perdida
Por: Ereith
Capítulo 1

— ¡Me cago en la …! — maldije mientras buscaba a ciegas mi teléfono móvil para apagar la alarma. Eran las 6 de la mañana y ya era hora de levantarme para ir al instituto — ¿Ya es lunes de nuevo..? — gruñí dejando caer la cabeza con desgana y cansancio en la cama: mis largos rizos se desparramaron y rebotaron como si fueran pequeños muelles rebeldes por toda la almohada.

Odiaba el instituto. Odiaba tener que ir a clase y estudiar, odiaba tener que ver a los compañeros, odiaba como me trataban.

"Pero eso es porque te dejas pisotear. " Dijo esa molesta vocecilla en mi cabeza. "Si me dejases tomar el control, las cosas serían muy diferentes".

— ¡Oh, cállate! ¡Déjame en paz! No existes, sólo eres producto de mi imaginación, de mis delirios y de mi trauma, no voy a prestarte atención. — murmuré asqueada. Había pasado una mala noche y no me apetecía tener que lidiar con mi locura… bueno, nunca me apetecía, pero hoy especialmente me apetecía menos.

"Lo que tú digas, Mar, pero en el fondo sabes que te estás mintiendo. Sabes que existo, que soy real. Sabes que soy lo único que da sentido a todas tus "rarezas", como te gusta llamarlas. Sabes…" dijo la voz.

— ¡YA BASTA! — Grité en un estallido de furia incorporándome y lanzando con rabia la almohada contra la pared de color morado. Después acaricié mis sienes, empezaba a tener dolor de cabeza — ¡NO TIENES RAZÓN! ¡DÉJAME EN PAZ! ¡LÁRGATE! — una súbita debilidad invadió todo mi cuerpo y las lágrimas acudieron a mis ojos sin poder contenerlas — por favor… vete… déjame… déjame sola… — mi voz sonó muy débil y entrecortada, como si algo intentase borrar mi voz — por… favor…

No obtuve respuesta, pero el silencio que siguió a mi petición me indicó que mi locura había accedido a mi súplica.

Escuché pasos apresurados y la puerta de mi habitación se abrió con fuerza: una mujer (de pelo negro, corto y liso con ojos azul cielo) entró corriendo con cara de preocupación, seguida de un hombre (de pelo castaño y ojos marrones). Eran mis padres.

Bueno, decir que eran mis padres no era del todo cierto. A ver, sí, es cierto que lo eran, ellos me habían criado y me habían llevado a todos los "especialistas de salud mental" para tratar mi problema, y me habían dado una casa dónde vivir etc, pero no eran mis progenitores. Me habían adoptado cuando tenía 3 años.

Mi historia en realidad es todo un misterio. Nadie sabía quiénes eran mis padres y yo no tenía ningún recuerdo de mi vida por aquél entonces. Lo único que sabía era que había aparecido de repente, saliendo del bosque, completamente sucia y mugrienta, sin poder hablar y moviéndome de forma errática. Una pareja joven me vió y llamó rápido a la policía y a una ambulancia. La noticia corrió como la pólvora y pronto todo el pueblo salió a buscar a mis padres, incluso se adentraron en el bosque durante varios días, pero no apareció nadie, y las únicas huellas que encontraron fueron de varios animales y las mías. Los análisis de sangre salieron perfectos, no tenía ninguna carencia alimenticia y estaba perfectamente hidratada. Sin embargo, por el estado de mis ropas y de las heridas de mi cuerpo, debía haber estado vagando por el bosque aproximadamente una semana. Todo el mundo estaba asombrado de mi gran instinto de supervivencia. La pareja que me encontró decidió darme acogida temporal en su casa.

Pronto, sin embargo, se dieron cuenta de que algo no estaba bien conmigo. La primera vez que me escucharon hablar, estaba sola y respondía al aire. Al principio pensaron que se trataba de algún amigo invisible, algo que creyeron que era normal por la dura experiencia que me había tocado vivir. Creyeron que si ganaban la suficiente confianza conmigo, quizás mi amiga fuera la materialización de mis padres o de algún conocido, así que se esforzaron en ello, pasando tiempo y jugando conmigo. Hasta que un día me preguntaron dónde estaba mi amiga y automáticamente señalé mi cabeza. Se preocuparon (¿cómo no hacerlo ante una niña que escucha voces en su cabeza?) y me llevaron a distintos médicos. Dijeron que sería por el trauma y que esperaban que se me pasase pronto… pero aquí estoy, con 16 años y aún sigo escuchando esa voz en mi mente. Al final, todo se quedó en que los sucesos vividos me habían hecho perder un poco la cabeza. La joven pareja, preocupada e incapaz de tener hijos propios, decidió adoptarme: se sentían responsables de mí y además, querían tener un hijo.

— ¡Mar! ¡Cariño! ¿Estás bien, cielo? — preguntó mi madre, preocupada, sentándose en el borde de la cama y abrazándome.

—¿Te ha vuelto a pasar? — preguntó mi padre, preocupado, poniéndose de cuclillas enfrente mío.

— Sí… sí, estoy bien. Ya ha… pasado, ya se ha ido. — respondí con los ojos rojos e hinchados y sorbiendo los mocos.

— ¿Estás segura, cariño? Si necesitas faltar a clase porque estás teniendo un ataque, dínoslo y te hacemos un justificante, los profesores ya… — empezó mi madre, pero la corté — los profesores ya saben de mi "problema" y que es mejor que no vaya cuando Sahira se pone pesada. Lo sé, mamá, lo sé… — suspiré — pero aún así, debo ir a clase… ya se ha ido, y cuando no voy… todo es peor. - me estremecí y mi madre me abrazó más fuerte.

— Entonces, será mejor que te prepares y bajes pronto a desayunar… ya casi está listo. — miré a mi padre y asentí con la cabeza. Ambos se levantaron y se fueron, cerrando la puerta.

Sabía que en la cocina hablarían de mi ataque, siempre lo hacían. Me puse los cascos insonorizados que tenía en mi ordenador, no quería escucharlos. En teoría no podría escucharlos, pero por alguna extraña razón, mi audición era mucho mayor que la de una persona "normal". Lo mismo pasaba con mi olfato y con cualquier ejercicio físico (incluyendo la fuerza. La verdad es que ésta parte era genial, gracias a eso tenía un cuerpo muy bien entrenado). También me curaba mucho más rápido que otras personas, de forma casi milagrosa. Además, había una especie de intuición que me avisaba del peligro. A todo el conjunto lo llamaba "mis rarezas". Por desgracia, ésta última no me servía de mucho: en el pueblo en el que vivía, todo el mundo conocía mi pequeño problema. Eso quería decir que las personas se apartaban de mi, asustadas, y que otras se ponían a la defensiva en cuánto me veían, así que siempre estaba alerta y algo paranoica, cosa que no ayudaba a mi paz mental. Era irónico que el único lugar en el que sentía paz, fuera precisamente en el bosque en el que me habían encontrado.

Calculé el tiempo que solían estar hablando de ello y después me quité los cascos y cogí lo primero que encontré en el armario: unos jeans y una sudadera negra con capucha. Me puse unas tenis, me di un vistazo rápido en el espejo y bajé a la cocina. Desayuné rápido, cogí la mochila y salí camino al instituto.

Comentario de la autora:

¡Hola a todos! Este es el primer libro que escribo. Lo tengo en proceso, pero espero que os guste y me encantará leer vuestros comentarios ♥️. Espero poder tener actualizaciones cada poco tiempo ♥️ Os iré actualizando el estado de los siguientes capítulos en los comentarios.

P.D: Como no puedo o no sé cómo poner en cursiva las conversaciones de Mar y Sahira, las pondré entre comillas. Si alguien sabe cómo poner la cursiva desde la aplicación del móvil, se lo agradeceré muchísimo ♥️

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo