Entramos en la habitación y me tumbé en la cama.
— Odio hablar en público, Jake. Es agotador.
Noté que Jake se tumbaba a mi lado.
— No es para tanto, cariño. Ya verás cómo con el tiempo, coges práctica.
— Lo dudo. Odio los nervios y todo lo relacionado con ello.
Jake me rodeó con su brazo y acercó nuestros cuerpos.
— Entonces siempre estaré ahí para ayudarte.
— Lo sé, lo sé. Eres todo un encanto.
— No te imaginas cuánto. Es sólo una pequeña parte de todo lo que puedo darte.
Sonreí y le di un tierno y suave beso en los labios.
— Por cierto Jake... cuéntame cosas de ti. Por ejemplo, ¿cuántos años tienes? ¿Cuál es tu color favorito?
Jake se rió.
— Soy todo un abuelete si comparamos mi edad con la tuya.
— ¿Abuelete? En todo caso diría madurito sexy.
— Madurito sexy... me gusta como suena. — y añadió en un susurro en mi oído — me alegra saber que me encuentras sexy.
Un escalofrío recorrió mi espalda.
— Mucho. Eres una jodida tentación.
Jake se inclinó sobre mi y no pude evitar notar los