Capítulo 31.
-¿Por qué están sonrojados? ¿Hablan de cosas sucias y divertidas?- Pregunté acercándome con curiosidad a la pintura que ambos fingían observar para no mirarse entre ellos.
Mi comentario solo los hizo sonrojar más así que supongo que le dí al clavo.
-¿Qué tal la conversación sobre cosas diplomáticas?- Dije invadiendo el espacio personal de Mateo para mirarlo a los ojos. Él me empujó divertido.
-Bien, el príncipe Mateo es un buen… conversador.
Yo lo miré parpadeando. Entonces ella pensó en lo que acababa de decir y volvió a sonrojarse furiosamente.
-¿Qué no me está contando la parejita feliz?- Dije divertida.
Mateo comenzó a escribir furiosamente antes de pasarme su libreta.
“¿Dónde está mi primo? La última vez que los vi, estabas siendo perseguida por una vaca muy enojada mientras él reía a carcajadas. ¿Tengo que buscarlo en una zanja poco profunda?”
-No quieras cambiar el tema, Mateo. Tu primo está perfectamente bien por allá- Dije señalando el puesto del mercader de libros- Di