Lexie salió vestida de cuero color negro, iba bien maquillada y peinada con el cabello en un moño y lentes oscuros. Se acomodó la cadena mientras caminaba a paso seguro hacia las mujeres; algunas putas, otras prepago y las que más le dolían las esposas. Esas pobres almas puras y angelicales que a veces se engañaban con la historia de que sus hombres son electricistas o los del aire acondicionado. Lo que pasa es que para estar en esta fiesta necesitas saber cuán adentro estás tú, tu esposo y tus hijos.