Duerme sola

Una mudanza era cansador, fingir ser amable con los vecinos de le daban la bienvenida, también, pero definitivamente éso era lo más agotador de todo para Terence.

-Entonces Colette nos llevó a su casa y nos mostró tooodas sus muñecas las cuales eran feas pero tenían bonitos vestidos.- dijo Esmeralda, algo animada, caminando a un costado del agotado hombre.

Nada era más cansador para él que tener que oír algo que no le importaba en lo más mínimo, pero la culpa en cierto punto por preguntarle a Esmeralda cómo se llevó con los demás niños, listo para ir tras cualquier mocoso humano que se haya atrevido a ser amable o grosera con ella.

Los niños humano eran los verdaderos lobos hambrientos, así que tenían prohibido acercarse a su ahora hija.

-¿Ah, sí?- pregunto el rubio, sin interés y con mucho sueño.

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