Esmeralda y el niño lobo

En el bosque, no hay presa más fácil de capturar para un lobo, que una dulce niña indefensa que jugaba con las flores, de espalda.

Sigilosamente, perdiéndose el sonido de sus pasos en el aire, la bestia se acercó a ésa niña rubia que recogía flores, de cuclillas.

Preparando sus manos, abrió sus dedos mientras pequeñas garras surgían y en su boca, sus colmillos nacían.

No era algo personal, era la supervivencia del más fuerte, en ése caso, él.

Listo para atacar, la niña se volteó, viendo a un niño pelirrojo, con piel algo bronceada y ojos grises.

-Hola, soy Esm

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