"¿Sin sexo?”.
“Nada de sexo”.
“De acuerdo”, le digo. Hace tiempo que quiero ese ‘más’. Pero no tengo ni idea de qué es.
Clint empieza a besarme el cuello. “Dime qué estabas soñando”.
No quiero que sepa que estaba pensando en él marcándome.
“Nos estábamos besando”.
“Mmmhmmm”, dice, lamiendo y chupando mi cuello.
“¿Qué más?”.
“Ummmm, me estabas besando el cuello”.
“¿Así?”, pregunta y empieza a besarme desde la oreja hasta la clavícula.
“Sí”, digo y mi voz suena entrecortado, necesitado.
“Entonces, ¿luego?”.
“Empecé a sentir calor, como si algo estuviera creciendo dentro de mí”.
“¿Dónde sentiste calor, Lily?”.
Esto fue tan vergonzoso, pero sus besos habían hecho que el dolor volviera a crecer en mí.
“Entre mis piernas”.
Levanta la cabeza y estoy lista para que se disguste conmigo. Pero no me mira así. En cambio, parece que quiere devorarme. Desliza las manos por mi pecho y me toca un pezón. “¿Aquí?”.
Gimo, arqueándome contra su mano. “Ahí... ahí no es donde está el cal