Cuando me despierto a la mañana siguiente, dejo a Eli durmiendo en la cama y bajo las escaleras para ver cómo están los heridos y averiguar cuántos se han despertado durante la noche. Nadie ha venido a buscarme, así que tengo la esperanza de que todos sigan descansando tranquilamente o se hayan despertado.

Cuando llego a la cocina, veo a varias omegas que se ofrecieron voluntarias para pasar la noche con los heridos. Me entero de que todos los heridos con excepción de cinco, están despiertos. Muchos tomaron un poco de sopa cuando se despertaron y ahora se están preparando para bajar a reunirse con la manada en el comedor para desayunar. Estoy a punto de ir a ver a los que aún no se han despertado cuando entran Noah y la doctora Phillips, ambos con cara de sueño pero contentos y con marcas frescas de pareja en el cuello.

Les sonrío. “Buenos días. Parece que los dos pasaron una buena noche”, les digo. Como yo también estoy recién casada, comprendo perfectamente esa sensación. Le tiendo