La casa de la manada

El viaje hasta la antigua casa de mi manada se me pasa muy rápido, apenas me ha dado tiempo a prepararme mentalmente para lo que va a ocurrir, y ya me dejo desembarcando del avión que me ha traído de vuelta a mi tierra natal.

Ya en la terminal, me veo envuelta por la escolta que mi tío ha envíado a recibirnos, pero que para mi es una precaución totalmente innecesaria. Llevo tantos años fuera de estas tierras, que dudo que nadie me reconozca aquí. Aún así, decido no dar problemas desde el principio, y los sigo con paso reticente y la mirada perdida en todas las personas que arrastran sus maletas por el aeropuerto, y miran sus teléfonos con ansiedad.

Al llegar al vehículo designado por mi tío para llevarme hasta la casa de la manada, me doy cuenta de que estoy sola con los guardaespaldas, todos ellos lobos altos, fornidos y ceñudos. El más fuerte de todos ellos me indica con señas que me suba en la parte trasera del vehículo, pero hay algo en toda esta situación que pone nerviosa a mi loba interior, y no puedo dejarlo pasar. Me encaro con el gran lobo que me ha pedido que me suba al vehículo, y le pregunto:

- ¿Dónde están mis acompañantes? ¿Por qué no vienen ellos conmigo?

- Sube al coche, por favor, Emerald. Tu tío te explicará todo en casa.

- No pienso irme a ninguna parte sin mis acompañantes.

Cruzo los brazos bajo el pecho, y veo como el guardaespaldas suspira, y pone los ojos en blanco.

- Emerald puedo meterte por la fuerza en este coche, de hecho, tengo autorización para hacerlo, pero preferiría que empezáramos nuestra relación con buen pie, y siguieras mis instrucciones, que son las mismas que tu tío me ha dado.

Al final, y tras retarnos con las miradas durante varios minutos, el enorme lobo abre la puerta trasera del vehículo, y me empuja al interior. Yo emito un quejido de dolor, y trato de acomodarme mientras me froto el brazo que ha quedado dolorido tras la intensidad del movimiento del guardaespaldas que mi tío ha enviado a recogerme.

El trayecto hasta la casa de manada lo hacemos en silencio, a pesar de que él se ha disculpado por su brusquedad, y cuando llegamos ante la puerta de la enorme casa de piedra, decido cooperar y bajarme yo sola del coche.

Me paro frente a la entrada, y levanto mi vista para contemplar la casa en la que pasé los primeros años de mi vida. Una vivienda sólida, de tres plantas, construída en piedra, y con el tejado de un color rojo intenso. En las dos plantas superiores se ubican los dormitorios de todos los que viven junto al alfa, que incluyen a su guardia personal, y a su familia y amigos más íntimos. En la planta baja están todas las dependencias de los sirvientes, y las salas a las que pueden acceder todos los miembros de la manada cuando son convocados ante el Alfa.

Antes de que me dé tiempo a adentrarme en la casa, la puerta delantera se abre, y aparece en la entrada mi tío, el Alfa Mason.

Lo contemplo con el sol cegando mis ojos, y observo que ha envejecido mucho en mis años de ausencia. Su rostro ha perdido el aire de muchacho que tenía cuando me fui, y su belleza, que es la misma de la que gozaba mi padre, se ha convertido en una madurez bien llevada, su rostro muestra algunas arrugas en torno a los ojos, pero en general le dan un aire masculino y fuerte.

- Querida Emerald.- dice desde la puerta.- no sabes como siento que nuestro reencuentro sea en estas circunstancias. Siento lo que le ha ocurrido a tu padre.

Yo me acerco a él, y le doy un abrazo breve y carente de cariño, pues apenas si recuerdo algo de él, salvo su imponente presencia el día que se convirtío en Alfa de la manada Mar de Sierra.

- Tío,me alegro de verte.

- Sígueme al salón, por favor, te estábamos esperando.

Yo camino tras él, comprobando lo moderna que es la decoración del interior de la casa, lo cual me sorprende, pues hasta ahora siempre se había respetado el estilo tradicional que impuso el primer Alfa. Y antes de haberme percatado, me doy cuenta de que hemos llegado al salón. Miro a mi alrededor y me sorprendo al descubrir que el salón alberga al menos a diez personas.

Están el Alfa y su Luna, el que parece su Beta, por la posición que toma, justo detrás de mi tío, varios lobos ancianos que imagino que pertenecen al consejo de sabios, y un par de chicos jóvenes, menores que yo, sentados junto a la Luna.

- Emerald.- dice mi tío con voz rotunda, señalando a uno de los dos muchachos.- Permíteme presentarte a tu prometido, mi hijo y futuro Alfa, Aldo Brown.

Yo lo miro con más detenimiento, y me horrorizo al ver su rostro repleto de granos, su figura alta y desgarbada, y la mirada de lujuria con la que me recorre de arriba abajo.

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