HENRICO ZATTANI
Parece que el destino quiere jugar con mi cara, haciendo que mi padre y mi ex esposa se alineen justo frente a mí, como en el pasado. Aurora mantiene una mano protectora sobre su estómago, sus ojos azules se agrandan y van de mí a su padre.
Se interpuso entre nosotros, evitando que le devolviera el puñetazo que me lanzó el cabrón traidor.
— Joder, mujer. ¡Fuera de mi camino! Me sobresalto, apretando los puños hasta que mis palmas se vuelven blancas.
— Fuera, voy a acabar con este bastardo— . — gruñe Augusto empujando a su hija hacia un lado, ella pierde el equilibrio y casi se cae.
Guilhermino maldice detrás de mí y aprieto los puños aún más.
— No tienes respeto, ¿verdad?— Nada es más importante para ti que tú mismo. Entrecierra los ojos y, por un segundo, veo un atisbo de arrepentimiento mientras mira a su hija.
— Será mejor que te vayas, Henrico. dice Aurora, sonando cansada.
La miro con los ojos entrecerrados, estudiando su imagen, su cabello está atado en una cola