Será que los pueden dejar de lado?
Capítulo 54 —Al bordeNarrador:Desirée sostuvo la mirada un instante más, como si evaluara si quería seguir empujando o no. Pero luego asintió, apenas, como quien reconoce un límite sin discutirlo.Cédric tomó su copa y bebió un poco más de vino, como para enfriar la tensión que se había colado entre los dos.—Mejor háblame de otra cosa —añadió él —No sé… ¿cuál es tu peor manía? —preguntó, con un leve intento de alivianar el momento.Ella lo miró de reojo, una sonrisa apenas torcida dibujándose en los labios.—¿Además de venir a pasar el fin de semana con el esposo de mi madre?Él soltó una carcajada breve, genuina, bajando la cabeza como si intentara contenerla.—No tienes remedio, Desirée, pero te diré que esa… puede que no sea una manía, esa es directamente una locura.—Una de tantas —dijo ella, levantando la copa para brindar —Pero esta tiene mejor comida que las anteriores.Y aunque el vino bajaba con suavidad y los platos se iban vaciando, lo que verdaderamente los estaba alimen
Capítulo 55 —El relojNarrador:El agua cayó con fuerza sobre sus hombros en cuanto giró la llave. Estaba caliente, envolvente, con ese calor que normalmente alivia tensiones. Pero esta vez, no servía de nada.Desirée cerró los ojos y apoyó las manos contra los azulejos fríos de la pared. El vapor empezó a llenar el baño de inmediato, subiendo en espirales suaves que empañaban el espejo, las baldosas, el aire.Y sin embargo, ella se sentía helada por dentro, y a la vez, ardiendo.Había llegado pensando que podría controlarlo. Que, con suficiente distancia, con vino, con firmeza, podría mantenerse coherente. Pero desde el momento en que lo vio en la cocina, con las mangas remangadas, las manos ocupadas, el gesto relajado y esa paz imposible… todo su cuerpo le gritó lo contrario.—No lo mires, no lo sientas, no te muestres, no sucumbas, él es prohibido.Pero el cuerpo… el cuerpo no obedece cuando la piel lo recuerda todo.El agua le corría por la espalda, deslizándose entre los omóplatos
Capítulo 56 —Ya estoy rota.Narrador:El fuego seguía ardiendo frente a ellos, lanzando sombras que bailaban sobre el suelo y las paredes. Y en medio de esa luz temblorosa, Desirée seguía mirando sin ver, atrapada en el recuerdo de aquel reloj en la pecera, de unas manos que alguna vez fueron firmes, de una mirada que supo explicarle el tiempo.Y entonces, como si la verdad se deslizara sin permiso por sus labios, susurró:—En ese entonces me sentía amada. —Cédric giró el rostro hacia ella, pero no la interrumpió, solo escuchó. —Por él, por… —hizo una pausa breve, apenas audible— incluso por Charlotte. —No era una acusación, ni una queja; era una pérdida. Algo que se le había ido tan lento que ni siquiera había notado cuándo desapareció del todo. Ella tragó saliva, manteniéndose quieta. Pero el temblor en su voz ya estaba ahí. —Recuerdo una tarde —continuó, con la voz baja, quebrándose de a poco —Había llovido, y yo estaba empapada. Me metí en la casa corriendo, riéndome, con los zapat
Capítulo 57 —Me destruiste el almaNarrador:Cédric respiraba agitado, todavía de rodillas sobre la alfombra, con las manos apoyadas en el suelo a cada lado del cuerpo de Desirée. Tenía el torso cubierto de sudor, el cabello húmedo y desordenado, y la piel ardiendo al tacto.Ella yacía debajo de él, desparramada, con el pecho subiendo y bajando lentamente, los muslos aún temblorosos y los ojos cerrados como si quisiera retener el eco de lo que acababan de hacer.Después de unos segundos, él se dejó caer de espaldas, a su lado, con una risa baja, apenas un respiro cargado de agotamiento y euforia.—Necesito algo de beber —murmuró, llevándose una mano al rostro.—Tráeme algo a mí también —dijo Desirée, sin abrir los ojos —Algo frío. O me vas a tener que recoger en cucharita del suelo.Cédric se incorporó, lento, con ese cuerpo de hombre que ya había sido tallado a besos y mordidas por ella. Se acercó a la pila de ropa desordenada y, sin pensarlo demasiado, se puso solo la sudadera negra,
Caplitulo 58 —Puedes insultarme con razónNarrador:Cédric seguía tendido junto a ella, aún con el pulso lento, pero con la mente más desvelada que nunca. Desirée respiraba tranquila, como si no acabara de arruinarle la estabilidad emocional a través del cuerpo.El fuego seguía crepitando frente a ellos, pero el calor más fuerte estaba entre sus cuerpos, todavía.Él la miró de reojo. La sudadera le cubría apenas las piernas, y aún así, su silueta parecía brillar bajo la luz anaranjada del salón. Ella sostenía su segunda botella de cerveza como si nada, como si no acabara de comérselo vivo.Cédric tragó saliva. Bajó la mirada a su propio cuerpo, luego a la curva de la cadera de ella. Y suspiró.—Me hiciste jurar que no te tocaría —murmuró, más para sí mismo que para ella.Desirée giró el rostro hacia él. Una sonrisa lenta, peligrosa, le curvó la boca como si llevara veneno dulce entre los dientes.—Y cumpliste —dijo, mientras dejaba la botella a un lado —Más o menos.Y entonces, con la
Capítulo 59 — Solo Desirée y CedricNarrador:El silencio posterior fue denso, lento, lleno de respiraciones entrecortadas y cuerpos aún temblando. El fuego seguía encendido, lanzando sombras suaves por la habitación. Desirée estaba recostada de lado, con una mano en el abdomen, la mirada perdida en algún punto del techo.Cedric se giró hacia ella, apoyándose sobre un codo. Sus ojos la buscaban con algo más que deseo. Abrió la boca para hablar.—Desirée...—No —lo interrumpió, sin brusquedad, pero con firmeza. Lo miró con los ojos entrecerrados, la respiración más estable, pero la armadura otra vez en su lugar. —No empieces con preguntas, ni con disculpas, ni con explicaciones —dijo, acomodándose el cabello detrás de la oreja —No vine aquí a hablar de lo que podría ser y no es, ni de futuro ni de pasado. —Cedric guardó silencio y la observó. Era obvio que ella necesitaba tomar el control otra vez —Ni siquiera pensaba venir —continuó —No tenía intención de hacerlo. Mucho menos de acosta
Capítulo 60 —Tu cama es mas cómodaNarrador:El silencio se había asentado como una sábana cálida sobre ellos. El fuego todavía lanzaba destellos suaves, casi perezosos, mientras el aroma a piel, se*xo y madera quemada impregnaba cada rincón de la habitación.Desirée habia salido del regazo de Cedric y ahora se hallaba recostada boca abajo, la respiración apenas recuperada, los muslos temblorosos, la espalda mojada de sudor. Cédric, a su lado, la miraba. No decía nada, solo la miraba. Como si todavía no pudiera creer que la tenía así, desarmada y perfecta, a centímetros de su cuerpo.Ella se incorporó sin apuro. Se sentó sobre sus talones, estiró los brazos, soltó un suspiro profundo… y se puso de pie.Cédric alzó apenas la vista, sin moverse. Desirée se giró hacia él, con el cabello revuelto, los ojos todavía oscuros por todo lo que acababan de hacer, y dijo:—Me voy a dormir.Él asintió despacio.—Bueno… —murmuró, con la voz ronca —Buenas noches. Que descanses.Ella se quedó un segu
Capítulo 61 —Y los pájaros volaronNarrador:Desayunaron tranquilos.Café, huevos revueltos, pan tostado y trozos de fruta que él había cortado con precisión casi quirúrgica. Desirée no se lo hizo notar, pero sonrió cada vez que lo veía alinear las rodajas como si estuviera en un quirófano.—Eres un maniático del orden —comentó, mordiendo una fresa.—Y tú usas más café que leche. Lo cual explica muchas cosas.—¿Como qué?—Tu mal humor crónico.Ella se rió. Él también.Y así siguieron, lanzándose frases al azar, hablando de cosas pequeñas; un caso curioso que ella había tenido como fiscal, un congreso aburridísimo al que él fue obligado a asistir, anécdotas que no decían mucho, pero que los acercaban en lo simple.—¿Te gustaría salir a caminar un poco? —preguntó Cédric, después de dejar su taza en la barra —Puedo mostrarte la finca. Es grande. Hay senderos, árboles… silencio.Desirée lo miró, fingiendo duda.—¿Y si me pierdo entre la maleza? —preguntó divertida—Entonces prometo ir a bu