Capítulo 34 —Me gusta el filoNarrador:Cedric y Adrien, caminaban por uno de los corredores principales de la Fundación, con paso lento y sin apuro. A esa hora, el flujo de personas era menor y se podía hablar sin que nadie los interrumpiera.Adrien llevaba las manos en los bolsillos, escaneando con mirada curiosa el entorno. Se notaba cómodo. Casi demasiado cómodo.—Ahora que la conocí —dijo de pronto, sin mirarlo —entiendo por qué estás así.Cédric no respondió de inmediato.—¿Así cómo?—Como si estuvieras colgado de un hilo invisible. La doctora Duval... —Adrien exhaló apenas, como si la imagen todavía estuviera flotando frente a él —Es una muñeca. Fría, elegante, firme... pero con una dulzura escondida que apenas se deja entrever. Es como esas piezas de porcelana que uno no debería tocar, pero quiere hacerlo igual.Cédric se detuvo. Lo miró de reojo, serio.—No empieces...Adrien sonrió, sin perder la calma.—Tranquilo. No vine a competir por tu debilidad. Solo dije que ahora la
Capítulo 35 —Tan arroganteNarrador:La reunión terminó y, uno a uno, los presentes comenzaron a salir del salón. Saludos rápidos, algunas palmadas en la espalda, miradas curiosas hacia el recién llegado. Adrien respondió con educación, sin sobreactuar. Sabía que era observado, pero no parecía afectarle en absoluto.Margot y Desirée se quedaron en sus asientos, como si hubieran calculado perfectamente el momento exacto en que ya no quedaba nadie más. Cédric también permanecía de pie, con los brazos cruzados, observando cómo Adrien intercambiaba palabras con una médica del área de investigación.Cuando la puerta se cerró tras el último asistente, el silencio se hizo más íntimo.—Bueno —dijo Adrien, girando hacia ellos con una expresión distendida —voy a necesitar un café si pretendo sobrevivir al resto del día.Margot ni lo dudó.—En la cafetería de la Fundación tienen el mejor café de la ciudad. Y no lo digo por compromiso institucional.Adrien sonrió, girando apenas la cabeza hacia e
Capítulo 36 —Colgarte de un puenteNarrador: El celular vibró una vez sobre el escritorio... luego otra.... Y otra más.Desirée no lo miró de inmediato. Seguía revisando unos informes, marcando párrafos en silencio. Pero la vibración persistente no tardó en volverse molesta.Cuando al fin alzó la vista, la pantalla iluminada le mostró un nombre que ya no debería provocarle nada, pero aún lo hacía. Charlotte.Suspiró por la nariz, no atendió, no bloqueó. Solo dejó que el teléfono volviera al silencio.Diez minutos después, volvió a vibrar. Mensaje.#Bruja para Desirée“Llama cuando puedas. Tengo algo importante que decirte.”Desirée apretó la mandíbula y dejó el teléfono boca abajo. No tenía ganas de escuchar frases amables disfrazadas de manipulación. Ni halagos a Cédric. Ni invitaciones a reconciliarse como si todo lo anterior no hubiera existido.Estaba a punto de retomar su lectura cuando alguien golpeó la puerta con dos toques secos.—Adelante —dijo, sin moverse de su silla.Cédr
Capítulo 37 —Yo no soy tu esposa, ella síNarrador:Charlotte llevaba un vestido entallado en tono marfil, un recogido impecable y el tono justo de perfume que dejaba rastro sin invadir. Sonrió. Primero a Margot, luego a Desirée, y por último... se acercó a Cédric.Sin pedir permiso, sin necesidad de gestos dramáticos, le tomó el brazo como si ese lugar le perteneciera por derecho. Él no se apartó. Al contrario: se acomodó a su lado con naturalidad, la dejó aferrarse y le susurró algo breve al oído que provocó una carcajada elegante.Desirée sintió el impacto directo en el estómago. No fue celos. No exactamente. Fue rabia. De esa que se enrosca en el pecho como una cuerda tensa. La sonrisa de Charlotte. La postura de Cédric. Esa actuación tan perfecta que le dieron ganas de aplaudir... o de romper algo.—Queridas —saludó Charlotte, acercándose con Cédric aún tomado del brazo —Me alegra tanto tenerlas esta noche. Especialmente a ti, hija. Significa más de lo que imaginas.Desirée no r
Capítulo 38 —La pérgolaNarrador:Margot no recordaba cómo habían terminado ahí exactamente. Un comentario al oído, una sonrisa cómplice, una copa a medio terminar… y luego estaban caminando juntos por uno de los senderos laterales del jardín, alejándose del murmullo de los demás como si los pies supieran algo que la cabeza todavía no admitía.Adrien caminaba a su lado con las manos en los bolsillos, tranquilo, con ese andar de quien se sabe observado incluso cuando nadie lo está mirando. Margot no decía nada, pero su perfume flotaba entre ellos como una advertencia suave. La tela de su vestido neg*ro se ceñía a su cuerpo con cada paso, y él la observaba de reojo, sin pudor, pero sin urgencia.—Pensé que ibas a hacerte el interesante toda la noche —murmuró ella, finalmente.Adrien sonrió, sin mirarla de inmediato.—Y arruinar la posibilidad de estar contigo… sería un crimen, aunque trato de ser bastante discreto.—¿Así que este eres tú siendo discreto?—Este soy yo conteniéndome —resp
Capítulo 39 —Lástima por ella… y asco por míNarrador:Margot caminaba a paso firme entre los senderos del jardín, aún con el pulso agitado, la ropa apenas acomodada y el sabor de Adrien todavía en la boca. La adrenalina seguía corriéndole por las venas, pero su mente estaba centrada en Desirée. Había desaparecido. Y eso, viniendo de ella, no era un detalle menor.Dobló por el camino lateral que daba al estacionamiento, luego volvió al patio trasero, escaneando con la mirada cada rincón. Nada... ni un rastro.Fue entonces que se cruzó con Cédric. Estaba en la galería, solo, con una copa en la mano y el ceño fruncido. Al verla, se enderezó de inmediato.—¿Dónde está? —preguntó ella sin rodeos.—Salió. A toda prisa —respondió él, bajando la copa con un gesto tenso —Pensé que estabas cerca. Que la habías alcanzado.—No la vi. Salí detrás, pero...Margot no terminó la frase, porque en ese momento apareció Adrien por el costado del jardín, caminando con el cabello revuelto, el cuello de la
Capítulo 40 —No voy a ser tu amanteNarrador:El silencio volvió a colarse entre ellos, esta vez menos afilado, más denso. No era una tregua, pero tampoco un final. Cédric bajó la mirada, con los codos aún apoyados sobre las rodillas, sin saber si quedarse o levantarse. Desirée tampoco se movía. Pero algo en su postura había cambiado. Ya no estaba rígida. Solo… vacía.Pasaron varios minutos así. Juntos, pero distantes. Cargando con la misma noche, desde extremos distintos del mismo conflicto.Finalmente, Desirée se puso de pie sin decir una palabra. Caminó hacia la puerta con pasos lentos, los hombros caídos, la espalda recta por pura costumbre. Al llegar al umbral, se detuvo. Apoyó una mano en el marco de la puerta y, sin girarse del todo, preguntó con voz neutra, casi monótona:—¿Quieres un café?Cédric levantó la vista hacia su espalda, midiendo cada palabra antes de responder.—Sí.Ella asintió una sola vez, sin decir más, y entró en la casa. La puerta quedó abierta. Él se levantó,
Capítulo 41 —No te vayasNarrador:Subieron las escaleras en silencio. No se tocaban, pero el aire entre ellos era espeso, cargado. Cada paso parecía medido, como si supieran que lo que estaban por hacer no era solo se*xo. Era otra cosa. Algo que no querían nombrar, pero que ya los había desbordado.Al llegar a la habitación, Desirée abrió la puerta sin encender la luz. Solo una lámpara del pasillo quedaba encendida, proyectando una penumbra cálida que se filtraba entre las cortinas y dibujaba sombras suaves sobre la cama. Todo olía a limpio, a madera antigua, a un rincón donde ella solía dormir para escapar del mundo. Pero esa noche no habría escape.Cédric cerró la puerta tras ellos con cuidado. No habló. Solo la miró. Y por primera vez en mucho tiempo, ella no evitó esa mirada.Se acercó a él con lentitud. Le desabrochó el primer botón de la camisa. Después el segundo. Sus dedos no temblaban, pero no había prisa. Solo una precisión casi quirúrgica, como si con cada botón quisiera en