Emily se dio vuelta, se lavó las manos, de su bolso sacó un cepillo y desenredó su cabello; colocó maquillaje sobre sus mejillas luego giró su cuerpo a toda velocidad.
Como si nada acabara de pasar.
—Si no vas a decir nada mejor vete, tu silencio fastidia más que tus órdenes ridículas —habló alzando el tono de su voz.
—¿Qué quieres que te diga?, la mujer que acaba de salir lo ha dicho todo —Noah permaneció con el cuerpo erguido y las manos dentro de los bolsillos.
—Solo es una loca que lo único que pretende es arruinarme todo, una enferma obsesionada al pensar que su esposo la engaña conmigo, no tuvo con quien más desquitarse, espero que no llegues a creer en las barbaridades que se atrevió a decir —Noah fijó la mirada en ella.
—¿Por qué debería hacerlo?, es una buena mujer incapaz de engañar a otra persona, ¿verdad?—cuestionó Noah.
—No me siento nada bien como para tener que soportar tus miradas de cuestionamiento, lo único que quisiera es ir a casa, no me siento a gusto en este