—Jakim… —El Mago susurró el nombre con desgano. Su curiosidad había sido mermada por la crueldad de los efímeros recuerdos que Munira le había permitido presenciar. —¿A qué se refieren los rumores cuando hablan de lo que Jakim te hizo? ¿Él te…? —Fue incapaz de terminar la oración.

Munira suspiró. Tampoco ella deseaba decir en voz alta aquellas palabras.

—No parecía un mal hombre cuando lo conocí. En esa época Neda aún estaba viva. Los hombres no cambian por las mujeres que aman pero al menos disimulan sus peores rasgos para complacerlas. Eso es lo que Jakim hacía por su esposa, fingía ser un buen hombre. Especialmente conmigo pues Neda…

Munira clavó los ojos azules en el fuego sin parpadear en un forzado intento de reprimir las lágrimas que amenazaban con escapar de sus ojos.

—Neda fue quien te enseñó a ser doncella—Munira asintió. No había bajado la guardia pero permitió que Zhadli se adentrara un poco más en su mente. No deseaba hablar de ciertas cosas pero las recordaba co