Pov Alonso

La veo intentar encontrar alguna forma de escapar, pero no le doy más tiempo.

—Quítate la ropa o yo mismo lo haré — la amenazo, y veo cómo se tensa.

—¿Podría ser otra cosa?

—Sin réplicas — menciono, y la veo tensarse —. Era el trato — le recuerdo.

Al final suspira resignada, y la veo comenzar a bajar el cierre de su vestido. Lo hace lento, como si eso solo pudiera retrasar lo inevitable. Observo cada pequeño movimiento suyo: cómo su pecho sube de manera acelerada y luego baja rápidamente. “Está asustada… ternurita”, pienso.

Sus manos parecen moverse mucho más lento cuanto más cerca está de bajar por completo el cierre. Una vez llega abajo del todo, la veo dudar. Comienza a quitarse los tirantes del vestido. Al final, mientras cierra los ojos, termina, y el vestido cae por completo.

Observo cómo el vestido parece caer lentamente. Su sostén comienza a mostrarse; el encaje rojo sobresale, mostrando esos hermosos y redondos pechos. El encaje solo los hace ver más sabrosos. Por