Capítulo 76.
Simone.
El dorado en sus ojos encandila, un fulgor filoso, cuesta descifrarlo; bajo la vista a los labios serios, desprovistos de cualquier emoción así como el estoicismo de su semblante. Lo imito, no quiero delatar lo que me afecta su presencia; el anhelo oculto que obligo a que mi corazón reprima. Puedo extrañar a la niña, pero no a él, aunque Éline es menos mía de lo que Edmond un día fue.
—Debemos discutir los detalles del lanzamiento del perfume; y pensé que traerla a verte la alegraría.
Asiento, Richard se marcha al ver la afirmación. Estamos solo los tres; la pequeña aferrada a mi cuello, su cabeza descansa en mi hombro, el cabello enmarañado acaricia mi piel; su olor a manzanas me encanta. Él se aproxima, sobre la mesa pone la mochila de la niña y una carpeta, luego su atención recae en mí.
—¿Cómo has estado?
—Bien —respondo al instante; siendo consiente que debo interactuar con él como si nada me afectara—. ¿Qué hay de ti? —me acerco a la mesa.
—Todo en orden —noto sus iris