Zair la tenía bien sujeta de la cintura. Dormía a su lado y era muy tarde en el día. Su alfa estaba durmiendo como si fuera un niño pequeño, y ella no podía estar más feliz al saber que ya todo estaba bien entre ambos, aunque fuera por unos días. Debía irse a empacar todas sus cosas y mudarse antes de que la madre de Zair se diera cuenta de que pasó la noche con él. No quería tener más problemas que resolver, que nada malo le pasara por su culpa, y era mejor alejarse lo antes posible. Menos dolor. El alfa tenía su rostro contra su pecho. Su respiración era calmada, y cada vez que ella quería hacer algún movimiento para alejarse la abrazaba con fuerza.
Hicieron el amor durante horas o, mejor dicho, hasta que los condones que él había comprado para la ocasión se acabaron. Parecía en celo, y ella a duras penas pudo seguirle el ritmo c