Sylvia frunció los labios.
Para ser honesto, cualquiera de la Asociación de Arte de Westchester podría hacerlo mejor que ella. Pero si Sylvia decidiera ser honesta, definitivamente haría infeliz a Lily.
Mientras Sylvia reflexionaba sobre cómo resolver este dilema, Christopher intervino con una sonrisa:
—Ah, naturalmente, las habilidades de la Señora Springsteen están a la par con las de los profesionales.
Lily miró a Sylvia con entusiasmo.
—¿En serio?
—Sí, en serio —fue la respuesta forzada de Sylvia.
Lily sonrió brillantemente.
Antes de que Sylvia pudiera respirar aliviada, Lily agregó:
—Señora Ross, escuché que tus pinturas son difíciles de encontrar. ¿Por qué no nos haces una demostración y nos ilustras con tus habilidades?
El salón se quedó en silencio una vez más cuando todos dirigieron su atención a Sylvia.
Sylvia se quedó atónita. Se atragantó con sus palabras durante unos segundos antes de pronunciar con éxito una oración completa.
—Señora Springstee