Sylvia le revolvió el cabello y preguntó:
—Liam, ¿por qué estás parado allí?
—Para nada. —Liam la miró y dijo—: Mami, el tío está aquí.
—Está bien, bajemos las escaleras —dijo mientras tomaba la mano de Liam.
Liam miró su rostro y notó los círculos oscuros y pesados debajo de sus ojos, clara evidencia de su falta de sueño.
Reflexionó que nunca debería haber dejado que Isabel bajara. Debían ser sus gritos los que despertaron a su madre.
Hizo un gesto sutil y silencioso y restauró la expresión fría y estoica en su rostro poco después.
Llegaron al salón.
Thomas estaba sentado en el sofá de la sala mientras que la enamorada Isabel estaba sentada en su regazo y parecía muy encantada de verlo.
—Tío, bebe un poco de té y come algunos bocadillos. No seas tímido.
Thomas sonrió levemente.
A tía Tonya, que estaba ocupada sirviéndole té, le divirtió igualmente que Isabel hiciera de anfitriona y se rio entre dientes.
Sylvia llevó a Liam hacia ellos y saludó a Thomas con una