El corazón de Caprice se aceleró de repente y sus mejillas se sonrojaron de vergüenza.
—Yo... no fue intencional —explicó frenéticamente, levantándose rápidamente del regazo de Liam y acomodándose en un asiento a sólo unos centímetros de él.
Liam la observó, lo que hizo que Caprice temiera su posible ira, lo que la llevó a bajar la cabeza avergonzada. Un silencio antinatural persistió y la envolvió.
Aún ajustándose a la incomodidad, Caprice se sorprendió cuando un paquete gris apareció ante sus ojos, sostenido por Liam.
Curiosa, preguntó:
—¿Qué es esto?
Liam respondió con indiferencia:
—Es para ti.
Desconcertada, Caprice preguntó:
—¿Por qué me das esto?
—Lo entenderás cuando llegues a casa y lo abras —respondió Liam en un tono nada sentimental, sugiriendo una pizca de disgusto.
Caprice tomó rápidamente el paquete y lo encontró sorprendentemente pesado, preguntándose por su contenido. A pesar del gesto inesperado, ella reconoció su gratitud y ofreció un sincero