Sherry miraba a John.
Sólo cuando la colocaron en la cama se dio cuenta de que estaban en la habitación de John y no en la suya.
Intentando levantarse apresuradamente, se movió erráticamente, pero terminó aterrizando torpemente, cayendo al suelo sobre sus nalgas.
John se agachó a su nivel, sonrió y preguntó:
—¿Adónde vas con tanta prisa?
Sonrojándose, Sherry respondió:
—Voy a encontrar a Caprice.
—Ella está dormida. Wanda la está mirando —informó.
Se quitó el abrigo y el suéter, dejando al descubierto una camisa de color claro. Sherry no pudo evitar notar el contorno de su cuerpo tonificado.
Sus ojos brillaron.
Al notar la mirada de Sherry, John sonrió y procedió a quitarle la camisa.
Sherry se puso de pie.
John se acercó a ella y tomó sus mejillas enrojecidas. Hablando con un gruñido profundo, dijo:
—No nos preocupemos por Caprice esta noche y pasemos la noche juntos, ¿de acuerdo?
Su voz resonó en los oídos de Sherry y la forma en que la miraba era inneg