Flint se detuvo y respondió afectuosamente:
—Está bien...
Isabel también se detuvo, pero frunció el ceño y mostró una expresión un tanto melancólica.
Sylvia sonrió y preguntó:
—Isabel, ¿no quieres venir al estudio con mami?
Isabel apretó los labios.
—No es sólo eso.
Sylvia sonrió.
—Entonces ven al estudio conmigo hoy.
Con eso, ella se levantó.
Al observar a Liam parado cerca de la puerta, su pequeña figura apoyada contra el marco mientras estaba absorta en un libro, Sylvia preguntó:
—Liam, ¿te gustaría acompañarme en el estudio?
Liam la miró.
—Seguro.
Para evitar más enfrentamientos entre los dos hermanos, Sylvia tomó a Isabel en una mano y a Flint en la otra, llevándolos al estudio del tercer piso.
A lo largo del día, Flint disfrutó de la felicidad y creó varios dibujos.
Isabel, aparentemente irritada por sus pinturas poco convencionales, terminó con el rostro manchado de colores.
Liam, sentado tranquilamente, dibujó un hermoso cielo estrellado