Antes de que Odell pudiera hacer su próximo movimiento, Sylvia saltó rápidamente de la cama y fue al vestidor para cambiarse.
Odell la observó en silencio.
En un instante, toda la lujuria en su interior desapareció. Miró a Flint.
Flint dejó de reírse repentinamente y miró a su padre. Sus ojos se ensancharon en dos grandes canicas reflectantes.
El padre y el hijo se miraron el uno al otro antes de que Odell fuera a buscarlo.
Flint comenzó a gritar:
—Mamá, mamá...
La cara de Odell se ensombreció brevemente. Salió de la habitación con Flint en brazos, pero los gritos de Flint se hicieron más fuertes a partir de ese momento.
Sylvia, que acababa de cambiarse, salió rápidamente del camerino. Salió justo a tiempo para vislumbrar a Flint siendo conducido fuera de la habitación por Odell, sus pies trepando frenéticamente en el aire mientras llamaba a su madre repetidamente.
Sintió una sensación de espasmo en el interior de su pecho cuando vio esta imagen.
—Aquí está mami, a