Una semana después
Narra AitanaSeguía sin poder comprender lo que me sucedía, pero, a diferencia de antes, no me asustaba ver a personas convertirse en animales. Era evidente que estaba en medio de una verdad de la que yo hacía parte.Porque sí, no había manera de que ellos me mintieran diciéndome que también soy una loba y humana, sin que lo fuera. Así que, sin saber cómo convertirme en una, sonreía al ver como dos niños jugaban a transformarse en humanos o lobos a su antojo, mientras se perseguían entre sí.—Deberían tener cuidado de herirse. Recuerden que no están en un espacio grande— les digo y los dos se quedan quietos y asienten.—Sí, mamá— dice uno de ellos sin mover su boca.Eso era lo que me hacía pensar que de verdad era una loba, porque, si era una humana, ¿Cómo era