Capítulo treinta y dos. Ahora y para siempre
Sienna intentó moverse, sentía el cuerpo dolorido, la posición en la que estaba no era la mejor, sin embargo, pronto se dio cuenta de que no estaba sola y que unos fuertes brazos se cerraban sobre su cintura y la cabeza de Hasan la presionaba sobre el hombro.
—Hasan —llamó ella con cuidado, quería levantarse y correr al baño, su vejiga pedía a gritos liberación, pero Hasan estaba profundamente dormido.
Sienna intentó apartarse de sus manos y alejarse lo suficiente para poder levantarse, pero sus intentos fueron fallidos, solo consiguieron que Hasan se aferrara más a su cintura y su mentón presionara su hombro y cuello.
La muchacha suspiró y lo intentó una tercera vez.
—No te muevas, Sienna —pidió Hasan con voz ronca y perezosa por el sueño.
El cuerpo de la joven se tensó al sentir el aliento de Hasan golpear la piel de su nuca, haciendo que cada vello se le erizara y un escalofrío le recorriera la columna vertebral.
—Tengo que ir al baño —susurró Sienna en tono bajo, tratando de que s