Horrorizada, llevo mis manos a mi rostro y vuelvo a gritar cuando la mano con la que toqué esa parte de su cuerpo, tocó mis labios. Por lo que, grito y doy pequeños saltos como si fuera un ratón estuviera corriendo por la habitación.
— ¡Ah! ¡Una serpiente! — grito horrorizada.— Day, espera un momento.— ¡¿Por qué tienes esa manguera así?! —grito corriendo de un lado al otro de la habitación.— Detente un momento para hablar contigo. Vas a golpearte si sigues así. — dice Ryan.— ¿Crees que me importa siquiera un poco si me caigo? ¿Cómo es posible que tú en estos momentos estes así? — pregunto señalando eso que él no se molesta en ocultar.Había escuchado mucho de que las chicas sienten placer con la entrepierna del hombre y que con eso, piden ‘que