Nos quedamos unos minutos en silencio, la expresión de su rostro era confusa para mí, era como si quisiera confesar algo pero no se animaba a decirlo.

No preguntaría, lo último que quería escuchar era otra confesión de amor suya, no espero que lo entiendan y tal vez piensen que soy mezquina, pero lo quise mucho, estaba enamorada de él y soñaba con que algún día formaríamos una familia, había puesto mis ilusiones y mis planes en una vida a su lado y él no estuvo a la altura.

No volvería a sufrir algo así jamás, por ningún hombre.

Se aclaró la garganta.

-Mmm. Lamento si te molesté Emma, entiendo que no tengo derecho a exigirte nada...

Olvidemos este trago amargo y vayamos por el regalo para Nath.

-Me parece bien.

Quince minutos más tarde por fin llegamos a dónde Aron quería. Una joyería muy famosa en la ciudad por su exclusividad. Había escuchado que las piezas aquí eran únicas en su mayoría y muy costosas.

El ambiente entre nosotros ya había vuelto a la normalidad después de aqu