Tras enfrentar las bromas de sus vecinos y amigos, Margarita se atrevió a invitar a Lucca a tomar un té con ella. Para su suerte, Lucca no habían entendido las referencias de Rusia y Luis y pudo escapar de ese momento sin tener que explicar mucho al respecto.
Todavía tenía vergüenza de que el hombre le hubiera metido la nariz entre las nalgas y que sus manos hubieran acariciado sus esponjosos glúteos sin nada de timidez.
En esa nueva oportunidad, Margarita no dejó que Lucca se sentara en el sofá de Kun y July y lo invitó a la mesa central, donde las amigas solían cenar y compartir su divertido día.
Ella puso la tetera con agua fresca y preparó té de manzana y canela para esa tarde. En el interior del departamento se podía sentir la tensión que los dos respiraban, peor aún cuando entendían que estaban a solas.
Margarita se sentó frente a él y trataron de comenzar de cero. Al final, apenas se conocían y temían que las cosas no resultaran como ellos esperaban.
—Nunca me había embriagado