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La esposa falsa del Mafioso
La esposa falsa del Mafioso
Por: Marnie
Capitulo 1- Verdad cruel

~ Evanya ~

—No aceptaré casarme con ese hombre horrible.

Decía con tanta seguridad que mi voz resonó en toda la sala. Los desconocidos que habían irrumpido en mi casa se miraron entre sí sin alterar ni un músculo del rostro. Sus expresiones eran tan frías y calculadas que me erizaron la piel.

El que parecía ser el líder dio un paso al frente.

—Señorita Evanya, esperamos que pueda reflexionar con calma. Este matrimonio sólo traerá beneficios a su familia.

Lo miré con incredulidad. Por un momento pensé que era una broma pesada. Si no fuera porque había leído escenas así en novelas, jamás habría creído que algo tan absurdo como un matrimonio forzado pudiera pasarme a mí.

¿Un matrimonio con un mafioso? ¿En pleno siglo XXI? ¡Por favor!

Sabía quién era ese hombre del que hablaban. Todo el mundo lo conocía. Era poderoso, temido, y decían que tenía las manos manchadas de sangre. Frío, cruel, violento. Exactamente el tipo de persona con la que jamás imaginaría compartir una misma habitación, mucho menos una vida entera.

Tragué saliva, intentando mantener la calma.

—Se han equivocado de persona —dije con firmeza—. Aunque exista otra Evanya en algún rincón del mundo, les aseguro que no soy yo.

El silencio que siguió fue pesado. El líder me observó durante unos segundos, luego sacó su teléfono, marcó un número y esperó. Habló con alguien brevemente y al colgar me dedicó una sonrisa que me heló la sangre.

—Sus padres le explicarán todo más tarde —dijo con voz tranquila—. Además, volveremos. Esperamos que para entonces haya cambiado de opinión.

Los vi marcharse sin decir una palabra más. Solo cuando la puerta se cerró detrás de ellos, pude volver a respirar.

Me dejé caer en el sofá, todavía temblando, y solté una risa amarga.

—Beneficios… —murmuré—. No necesito ningún trato que me robe la libertad.

Quizá pensaban que podían intimidarme, pero si algo tenía claro era que nunca haría algo de lo que después pudiera arrepentirme.

****

A pesar de la incertidumbre que sentía en el pecho y de todas las preguntas que se agolpaban en mi cabeza, no permití que nada arruinara los planes que tenía para la celebración de mi cumpleaños. Quería que todo estuviera perfecto para cuando mis padres llegaran. No era una gran fiesta, solo algo pequeño y familiar… pero para mí significaba mucho. Había pasado semanas planeando cada detalle: los colores, la música, incluso el pastel que yo misma había elegido.

Mis padres y mi hermana Sabrina habían salido de viaje hacía unos días, y me prometieron que regresarían justo a tiempo para celebrar conmigo. Decían que traían un regalo especial, algo que me haría muy feliz.

No voy a mentir, estaba ilusionada. Como una niña.

Imaginaba mil cosas: quizás el libro que tanto había querido, un vestido nuevo, o tal vez algo simbólico, como un disco de Andrea Bocelli, mi cantante favorito.

Sabrina me había mandado un mensaje la noche anterior diciendo: “Te encantará, lo prometo.”

A pesar de nuestras discusiones —porque sí, siempre terminábamos peleando por tonterías—, la amaba. Era mi hermana, mi cómplice desde que tengo memoria.

Mientras ponía flores sobre la mesa y revisaba por décima vez el reloj, escuché el ruido de un auto aparcando frente a la casa. Corrí a la ventana, con el corazón acelerado. Allí estaban. Mis padres y Sabrina.

Salí casi corriendo a recibirlos, pero sus rostros no tenían la alegría que esperaba. No había sonrisas, ni risas, ni el abrazo cálido de siempre. Algo andaba terriblemente mal.

—¿Qué ocurre? —pregunté, sintiendo cómo la ilusión se me escapaba entre los dedos.

—Vamos, Evanya —dijo mi madre, con el rostro triste—. Es mejor que entremos.

Asentí de inmediato, y juntos entramos en la casa.

Nos sentamos en la sala, y mi madre me tomó de las manos. Su mirada estaba empañada, como si no supiera por dónde empezar. Mi padre, en cambio, parecía decidido, como si hubiera estado ensayando aquello durante días.

—Evanya… hay algo que debemos decirte —comenzó él.

El silencio fue insoportable.

—¿Qué cosa? —pregunté, intentando sonreír, pero mi voz tembló.

—No eres nuestra hija biológica.

Por un instante, el mundo dejó de moverse. Sentí que el aire se volvía denso, que el sonido desaparecía, que todo lo que era yo se quebraba en un solo segundo.

Mi madre continuó, con lágrimas en los ojos:

—La fecha que siempre celebramos… no es tu cumpleaños real. Es el día en que te adoptamos.

Me quedé sin palabras. Todo lo que conocía, todo lo que creía ser… se volvió mentira.

Y entonces mi padre colocó un sobre frente a mí.

—Queremos asegurarte un futuro estable —dijo con voz firme—. Un hombre que pueda protegerte y garantizar que nunca te falte nada. Seguramente ya ha venido a buscarte hoy.

Tomé el sobre entre mis manos, algo dudosa, tratando de contener el impacto de aquella revelación.

Abrí el sobre con manos temblorosas, esperando que fuera otra cosa. Cualquier otra cosa. Pero no… era un contrato. Un contrato matrimonial.

Fue en ese momento cuando lo entendí todo. Aquellos hombres que vinieron más temprano… no se habían equivocado. Habían venido por mí.

—¿Por qué están haciendo esto? —pregunté, la voz apenas saliendo de mi garganta.

Nadie respondió. Solo el silencio llenó la habitación… un silencio tan frío que supe, en ese instante, que ya nada volvería a ser igual.

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